Escapada a Polonia en 5 días I: A la caza de enanitos en Wroclaw
Por eso, cuando Julia, la hermana de Edu, se fue a vivir a Polonia
durante unos meses, lo vi como una oportunidad para conocer este país. Así que
estuve buscando el momento, y finalmente semana santa fue la época escogida.
Ella vivía en Breslavia,
también conocida como Wroclaw, así que allí comenzaríamos nuestra visita,
aunque conseguí convencerlos a ambos para pasar un par de días en Cracovia, ciudad que estaba muy alto en
mi lista de destinos.
Conociendo Breslavia
Plaza Rynek
La región de Silesia,
donde se encuentra Breslavia, Wroclaw o Breslau (entre otros) no siempre ha
pertenecido a Polonia. A lo largo de la historia ha sido conquistada en varias
ocasiones, pertenecido primero a Bohemia, después a Polonia, al Sacro Imperio
Austriaco Germánico, al Reino de Prusia (y al unificarse Alemania a esta
última). Por último, tras la II Guerra Mundial fue devuelta a Polonia.
Sinceramente, no había oído hablar de este lugar
previamente. Y, ahora que he estado allí, no entiendo como no es uno de los
“destinos de moda” europeos. ¡Esta ciudad lo tiene todo! Y con todo me refiero
a canales, casitas de colores, precios baratos, miradores, leyendas, iglesias
bonitas, gastronomía, ambiente nocturno y una personalidad que atrapa. Porque
sí, todo esto que te he dicho suena bien, pero no diferente a otras ciudades
que conozcas.
Se encuentra formada por 12 islas unidas por 112 puentes.
Fue Capital Europea de la Cultura en 2016, el mismo año que San Sebastián. Y es
la ciudad más bonita de Polonia (vale, yo sólo he visto dos, e indudablemente
Cracovia es preciosa, pero Breslavia tiene ese “algo” que la hace diferente).
Lo que aún no te he contado es que Breslavia está invadida por ENANOS. Sí, como lo
lees. Por toda la ciudad hay cientos de estatuas de enanitos de bronce de lo
más variopintas: sacando dinero en un banco, comiéndose un pyerogi (ya
hablaremos de esto), haciendo fotos, regalándote una flor… Y pueden estar en
cualquier lugar: en un banco en la plaza del mercado, trepando una farola, tras
las rejas en una ventana…
Enanito en la plaza Rynek
Realmente encontrar a estos simpáticos habitantes de la
ciudad es una actividad que entretiene a cualquiera. Tanto es así, que existen
mapas oficiales con sus emplazamientos, e incluso una aplicación donde puedes
ir haciendo fotos de tus “capturas” y recibir puntos por ello. El safari
fotográfico es todo un deporte local. Yo no negaré que me dejé llevar
completamente por esta “locura” y me entregué en cuerpo y alma a la búsqueda…
Pero seguro que a estas alturas te preguntas a qué se debe esto. Por qué han
decidido los ciudadanos de Breslavia ponerse a plagarlo todo de estatuas.
Para contestar a esto, tenemos que remontarnos a 1980. En
ese momento, Polonia era un país comunista, y la escasez de recursos hizo que
creciera el descontento entre la población y surgieran movimientos como “Alternativa Naranja”, que, mediante la
protesta pacífica, quiso mostrar el sentimiento del pueblo polaco. Para ello,
utilizaron la sátira y el absurdo, y su emblema fue la figura del enano. El
momento álgido de esta revolución fue una marcha en la que desfilaron con
sombreros naranjas de enanos. Como homenaje, tras la caída del comunismo se
comenzaron a colocar las estatuas por toda la ciudad.
Recorriendo la ciudad
Plaza Rynek
Nosotros nos alojábamos junto a la Universidad, pero el
corazón del Stare Miasto (el centro de la ciudad) sin duda es la plaza Rynek (la plaza del mercado), que
nos regala la estampa más conocida con sus preciosas casas de colores con
fachadas barrocas y el imponente ayuntamiento
gótico en el centro, con un gigantesco reloj procedente del siglo XVI.
Es un punto de partida perfecto para el paseo y para
localizar los primeros enanitos que veremos durante el día. También es de donde
suelen salir los freetour (aunque
nosotros no hicimos ninguno).
Junto a la plaza está uno de los miradores más conocidos de
la ciudad, la torre de la Basílica de
Santa Isabel, que cuenta con unas impresionantes vistas de la plaza, pero
que no pudimos visitar al estar en obras en el momento de nuestra visita.
Plaza Solny
También junto a la plaza Rynek se encuentra la plaza Solny, de menor tamaño, pero no
menos encanto. Sus casas de colores rodean en este caso un mercadillo de
flores.
Desde allí fuimos a desayunar al barrio judío, Kazimierz, a un local con su propio
horno donde lo habitual es pedir un cesto con varios tipos pan y mermeladas caseras. Se encuentra
junto a la Sinagoga de la Cigüeña Blanca. Continuamos paseando hasta la Ópera, junto a la que han emplazado una
orquesta completa de enanitos.
Seguimos caminando por el centro y nuestra siguiente parada
es la iglesia de Santa María Magdalena,
que cuenta con un fantástico mirador en forma de pasarela que une sus dos
torres. Para alcanzarlo, hay que subir varios cientos de escalones, pero durante
el camino hay paneles en los que se cuenta la leyenda del puente. Las vistas
merecen la pena el esfuerzo.
Hala Targowa
Nuestros pasos nos dirigieron hasta el mercado principal, Hala Targowa. Realmente me encanta
visitar este tipo de mercados, me parece que se respira el ambiente más
auténtico de la ciudad. Los colores y los olores se entremezclan y te
introducen de lleno en el día a día polaco. ¿Y a quién no le gusta la
decoración con guirnaldas de flores?
Desde aquí cruzamos el primer puente sobre el río Odra hasta
una pequeña isla, desde la que alcanzamos el puente más conocido de la ciudad: el
puente de Tumski, invadido por
cientos de candados que van dejando las parejas. Las vistas desde el puente son
maravillosas, con la catedral al fondo.
Puente Tumski
Así, llegamos hasta la parte más antigua de la ciudad, Ostrow Tumski, sin duda de mis
favoritas. Acompañados, como es habitual en esta ciudad, por fachadas de
alegres colores y enanos ocultos en cada rincón, alcanzamos la magnífica
catedral. Pero no es el único edificio interesante en esta isla: la colegiata
de la Santa Cruz, el Palacio Arzobispal… A través de una puerta abierta en la
calle principal encontramos un precioso jardín con vistas al río. Uno más de
los miles de secretos escondidos en esta ciudad.
De todos estos lugares, nosotros elegimos visitar la catedral de San Juan Bautista, del S.
XIV, que me atrevería a calificar de imprescindible de la ciudad. Sus torres
regalan la que para mí es la vista más bonita desde las alturas. Y son aptas
para casi cualquiera, ya que existe un ascensor.
Vistas desde la torre de la catedral
Tras esta visita, continuamos junto al río para volver a
cruzarlo, y llegamos hasta el muelle de donde parten los cruceros turísticos
junto al río Odra, una opción que no estaba disponible en marzo, cuando hicimos
este viaje. La estampa sin embargo es mágica.
Cerca de aquí se encuentra el Panorama, pero no os hablaré
más de él, ya que lo visitaríamos al día siguiente. Nosotros elegimos continuar
junto al río hasta llegar a otro de los puntos más conocidos, Stare Jatki. Se trata de una calle por
la que no parece que hayan pasado los años, donde antiguamente se encontraban
las carnicerías. En honor a estos animales de consumo se han erigido unas
estatuas, esta vez, de animales. Actualmente hay tiendas de souvenirs y una
oficina de turismo.
Comimos en un restaurante tradicional cerca de esta calle,
una fantástica sopa de remolacha y pierogys. Los probé en este lugar y ya no
pude parar. Son dumplings rellenos de distintos contenidos: carne, queso… Y
todos están buenísimos.
Callejeando por Breslavia
Tras dar un breve paseo por la plaza Rynek, que estaba muy cerca,
pasamos la tarde entre risas y cervezas y, a continuación, Julia nos llevó a un local
donde se toca música jazz en directo,
coronando un día perfecto. Porque sí, aunque no sea una ciudad enorme, en
Breslavia hay una amplia oferta de ocio y planes nocturnos.
Por ejemplo, el día anterior llegamos sobre las 11-12 de la noche, y
pudimos cenar en un pub comida tradicional junto a unas gigantescas cervezas. Y
esto fue un martes.
Breslavia más a fondo
Palacio Real
El segundo día lo comenzábamos solos, ya que Julia tenía que
trabajar por la mañana. Nos recomendó un par de visitas, y a eso nos dedicamos
hasta que nos alcanzó.
Tras dar un nuevo paseo por Rynek (el día anterior había
estado bastante nublado y hoy lucía un sol espléndido), nos dirigimos hacia el Palacio Real, de entrada gratuita.
Actualmente es un museo de la historia de la ciudad, además de mantener algunas
de las habitaciones del palacio con su mobiliario. A nosotros nos gustó
bastante.
A continuación, nos dirigimos hacia la plaza de la Universidad, donde estaba nuestro
apartamento. En el edificio principal se pueden visitar varias estancias diferentes,
y se paga en función del número de ellas elegido. En nuestro caso, quisimos ver la
Sala Leopoldina y sus magníficos frescos, y subir a la Torre Matemática, el
último mirador que visitamos de la ciudad. A estas alturas ya estábamos
resignados a las escaleras sin fin. Sabíamos que tenían premio.
Sala Leopoldina
Julia se unió a nosotros en ese momento, y nos llevó a un bar de leche donde iba ella
habitualmente cuando trabajaba, donde por 7€ comimos los tres con bebida. Los
bares de leche existen desde la época comunista, ya que era el lugar donde
comían los trabajadores, y sus productos estaban basados en los lácteos y
verduras. Hoy en día es un buen sitio donde probar la gastronomía tradicional a
precios económicos.
El último lugar que visitaríamos en Breslavia antes de tomar
el autobús que nos conduciría hasta Cracovia fue el Panorama. Sinceramente, yo tenía mis dudas antes de ir a este
lugar. Se trata de un museo donde hay un único cuadro que representa la única
batalla que han ganado los polacos. ¿Pagar la entrada de un museo para ver un
único cuadro del que no había oído hablar? No las tenía todas conmigo. Sin
embargo, si nos lo proponía Julia, seguro que merecía la pena. La verdad es que
tengo que reconocer que me sorprendió. El cuadro es circular, y consta de
muchos elementos que te hacen introducirte en la batalla, mientras te la van contando
con una audioguía. Es una forma diferente de acercarse a la historia del país.
Ostrow Tumski
Espero que, al menos, os haya entrado curiosidad por esta
ciudad que tiene tanto que ofrecer y que a nosotros nos cautivó. Tengo que
reconocer que el primer día en Cracovia iba buscando enanitos por todas partes…
Y así terminó la primera parte de nuestra aventura polaca.
Nos dirigíamos a Cracovia, una ciudad que tenía muchas ganas de conocer…
Conoceríamos una de las etapas más oscuras de la historia de la humanidad en
Auschwitz, y un lugar maravilloso como son las minas de sal de Wielizcka. ¡Pronto
os contaré más!
Vistas del muelle
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