Día 6.2. Viviendo Las Vegas
Tras leer el post anterior
podrías pensar que son suficientes emociones para un solo día, y que ya tocaba
descansar. Pero aún quedaba más de una aventura que vivir ese lunes… Habíamos
planeado pasar la noche en Las Vegas
antes de continuar con nuestro viaje.
Es posible que mucha gente opine
que una tarde-noche en Las Vegas es insuficiente, y no les quito la razón, ya
que podrías buscar cosas que hacer sin aburrirte durante bastante tiempo. Sin
embargo, a nosotros no nos atraía tanto el mundo del espectáculo y la diversión
que venden allí, sino que todo lo veíamos como parte de lo mismo. No
necesitábamos visitar todos los casinos, ni probar todos los buffets. Tampoco
nos moríamos por visitar Fremont Street (que no digo que no pueda ser
interesante….). No se trata de que nos parezca mala opción pasar más días en
esta ciudad. Probablemente sea muy divertido, y habrá quienes consideren que es
la opción perfecta. Sin embargo, en nuestro caso la agenda era apretada y preferíamos
poder visitar más Parques Nacionales y disfrutar de la increíble naturaleza de
los Estados Unidos.
Tardamos unas 4 horas y media en
llegar, que se nos hicieron muy amenas. Estábamos recorriendo paisajes realmente increíbles, en
especial los que encontramos por Utah. Después de ver lo que había simplemente
a los lados de la carretera, me prometía a mí misma que volveré en algún
momento a seguir recorriendo los Parques de EEUU, ya que es evidente todo lo
que tiene que ofrecer.
Carreteras de Utah
Un poquito de información sobre Las Vegas
Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. ¿Quién no ha
escuchado esta mítica frase miles de veces? En la ciudad del pecado todo el
mundo busca excusas para no tener que arrepentirse de sus acciones. Y no me
extraña. Es una ciudad diseñada para el placer: juego, fiesta, sexo… Cualquier
cosa está permitida aquí. Puedes ganarlo
o perderlo todo en cuestión de minutos.
A cada paso abundan enormes
casinos que parecen sacados de alguna película (incluso hay una pirámide),
anuncios de espectáculos (en muchos casos eróticos), gente vestida de forma
extravagante… No te sorprenderá cruzarte con una pareja vestida de Elvis y
Marilyn o con un vestido de novia con minifalda.
Los principales casinos están
alineados en torno a una inmensa avenida, Las Vegas Boulevard, más conocida
como The Strip. El nombre de “Strip”
no es al azar. Se debe a que hay quienes lo pierden todo, incluso la ropa… Entre
ellos, los más conocidos son el Bellagio, The Venetian o Paris, aunque no son
los únicos. A medida que se pasea por sus aceras, se pasa de la Plaza de San
Marcos al Coliseo romano, para más tarde pasar junto al Flamingo, y todo esto
nada más empezar… Un sinfín de colores y sonidos se suceden en este camino.
Plano de The Strip (mapa oficial del monorraíl)
Para desplazarse por ella lo ideal es ir caminando, aunque existe
transporte público. Hay una línea de monorraíl que discurre paralela al Strip,
extendiéndose desde el MGM, al sur, enfrente del New York New York, hasta el Stratosphere
y su famoso mirador por el norte. También abundan los taxis y hay línea de
autobuses. En nuestro caso, optamos por coger un Lyft (la competencia de Uber
en Estados Unidos, algo más barato) hasta The Venetian y volvimos dando un
paseo hasta nuestro hotel.
No voy a hablar de otras zonas de
Las Vegas, que las hay, porque no las visité. Así que a partir de ahora te
contaré cómo fue nuestra experiencia en esta ciudad en la que todo está
permitido.
Nuestro alojamiento: el Hotel Casino New York
New York
Dicho esto, nos hacía mucha ilusión
vivir en primera persona cómo es la noche en Las Vegas. Para ello, decidimos
que la mejor opción era alojarnos en alguno de los gigantescos hoteles-casino,
donde el ambiente y la sorpresa están asegurados.
Tras una búsqueda exhaustiva en
Booking, reservamos una habitación en el Hotel
New York New York, por el sorprendente precio de 51€ (ambos). Sin embargo,
hay que tener en cuenta que en todo Estados Unidos hay que sumar un impuesto que
varía en función del estado y, en el caso de Las Vegas, además un suplemento de
resort, por lo que el precio final fue de unos 90€, que para la habitación que
era no estaba nada mal. Un pequeño consejo si te vas a alojar en esta ciudad es
intentar cuadrar que no sea fin de semana, ya que los precios varían, y mucho.
Para que te hagas una idea, nuestra habitación valía unos 150€ (más impuestos)
en sábado o domingo…
El New York New York es un
impresionante hotel con más de 2000
habitaciones, cuya estructura imita el skyline de Nueva York con
rascacielos como el Chrysler o el Rockefeller. Por supuesto, cuenta con su
propia Estatua de la Libertad o una réplica del Puente de Brooklyn. Todo esto
rodeado por una montaña rusa (sí, como lo lees) que serpentea entre los
altísimos edificios.
Escogimos una habitación Park Avenue con vistas al
Hotel Excalibur, y la verdad es que era una pasada. Amplia, cómoda y en un piso
bastante elevado. Probablemente una de las mejores en las que estuvimos. Nada
más llegar descorrimos las cortinas y pudimos contemplar el hotel-castillo
iluminado… Mágico.
Las vistas desde nuestra ventana
La verdad es que la llegada al
hotel fue toda una sorpresa. Había leído que Strip Las Vegas es como un parque
temático para adultos. Y no puedo estar más de acuerdo. De golpe y porrazo nos
encontramos en el corazón del Nueva York
de los años 20. Al inmenso hall no le faltaba detalle, y lo mejor estaba
por llegar. La zona de restaurantes estaba formada por varias calles de estilo
totalmente neoyorquino, repletas de hamburgueserías, pizzerías… Nunca he estado
en Nueva York (tiempo al tiempo…), pero tras pasear entre estas calles me
entraron ganas de conocer la versión real.
Me tomé un crepe de jamón, queso
y champiñones (me aficioné en París), y Edu un gigantesco perrito caliente. Tras
reponer fuerzas, decidimos que había llegado el momento de descubrir lo que
tenía que ofrecernos esta ciudad.
Explorando el Strip
Hotel Excalibur
Atravesamos de nuevo el Hall,
saliendo al exterior, y pasamos junto al Bar Coyote, atravesando el Puente de
Brooklyn, hasta que alcanzamos una pasarela que servía para cruzar la calle.
Pensé que desde allí habría una vista bonita de la calle, así que nos dirigimos
en esa dirección, pudiendo disfrutar por primera vez de los neones y las formas
de los casinos que teníamos a nuestro alrededor. Y, el más impresionante de
todos, el que habíamos escogido como alojamiento, con la Estatua de la Libertad
junto a él.
El Strip mide unos 2 kilómetros.
Estábamos realmente agotados de todo el día, pero queríamos aprovechar nuestra
estancia. Así que decidimos tomar un Lyft que nos llevó hasta el casino The Venetian, que tenía claro
que iba a ser uno de mis favoritos. Había intentado buscar habitación en él,
pero se nos salía completamente de presupuesto.
Nada más llegar me quedé
impresionada. Nos encontrábamos en la Plaza de San Marcos. En el centro había
un canal, que cruzaba el Puente Rialto… Era realmente bonito. Entramos en el
edificio y nos dirigimos, a través de unas galerías de estilo muy cuidado,
hasta la primera de las salas de casino en las que estaríamos. Máquinas
tragaperras en todas partes, ruletas, croupiers, luces, ruido, un mundo nuevo
nos rodeaba. No podíamos creer que estuviéramos allí, en Las Vegas, viviendo
ese momento.
Avanzamos a través de la gente
entregada a los placeres del juego, y fuimos recorriendo pasillos hasta llegar
a la galería comercial. Y, entonces, se hizo de día. Un increíble techo
simulaba un cielo artificial, sobre
un canal con góndolas (y sus
gondoleros con camiseta de rayas), entre preciosas casitas de colores. Habíamos
llegado a Venecia sin darnos cuenta. La verdad es que me encantó la recreación.
Sin duda éste fue mi casino favorito.
Cuando terminamos de recorrerlo,
pasamos al Hotel París, otro de los más conocidos. La
sala principal era enorme, aún más espectacular si cabe que la del anterior (al
menos para mí). Tenía una zona de tiendas y restaurantes realmente bonita,
inspirada en las calles parisinas que podríamos encontrar por Montmartre. En
ella había cafés, tiendas de queso… Es bastante conocido el buffet de este
hotel, que nosotros no probamos.
Ya en el exterior, destaca la
increíble Torre Eiffel, que es un restaurante, y un globo con el nombre del
hotel que aparece en todas las fotos que encontrarás de este edificio. Junto a
ellos disfrutamos del espectáculo de
luces de las fuentes del Bellagio, que se realiza cada 15 minutos desde que
anochece. Es realmente impresionante.
Ahora sí, llegamos al Bellagio. Es conocido por aparecer en
la película de Ocean’s Eleven, y por ser uno de los mejores hoteles-casino del
Strip. Desde luego es majestuoso. En su exterior hay una terraza en dos alturas
con un parque muy bonito, desde donde se disfruta de unas vistas inmejorables
del Hotel París y su torre.
En el interior, pasamos por un hall con flores de
cristal, hasta llegar a una sala que habían decorado entera con motivos
navideños y de invierno. Las salas de juego de este casino eran de las más
lujosas que vimos, aunque nos sorprendió ver a bastante menos gente que en los
anteriores, el ambiente era más tranquilo.
Techo en el Hotel Bellagio
Estábamos agotados, así que
decidimos que era suficiente. Nos limitamos a pasear junto a los enormes
edificios que había a nuestro alrededor, hasta que por fin llegamos a nuestra
comodísima cama en el New York New York.
Despidiéndonos de Las Vegas
No podíamos irnos sin ver el famoso cartel que da la bienvenida a la ciudad, aunque en nuestro caso fue
lo que nos dijo adiós. A la mañana siguiente, antes de abandonar la ciudad, hicimos una breve parada allí, ya que además se encuentra cerca de nuestro hotel.
Me llamó la atención ver que habían puesto una cinta de
seguridad para evitar que la gente se meta justo debajo, y la verdad es que no
me parece mal. Respetar a los demás debería ser algo de sentido común cuando se
está de viaje (y en la vida), pero está claro que muchas veces brilla por su ausencia…
Así que con esta foto nos
despedimos definitivamente de esta ciudad que no puede dejar indiferente a
nadie. ¡Espero que te haya gustado conocerla con nosotros!
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