Escapada a Polonia en 5 días II: Cracovia, un tesoro medieval
En un post previo os comenté cómo
surgió esta escapada polaca y cuánto nos sorprendió Breslavia, la ciudad de los
enanitos y las casas de colores. Sin embargo, el plato fuerte aún estaba por
llegar (aunque a posteriori no sabría decir cuál de las dos me gustó más):
Cracovia.
Tenía muchas ganas de conocer
esta ciudad, recorrer sus callejuelas medievales, disfrutar de su fantástico
ambiente universitario, maravillarme con las minas de sal… Cracovia es una
ciudad llena de posibilidades y pensábamos aprovecharla lo mejor posible.
Llegamos desde Breslavia en autobús
que llevábamos reservado previamente, con la compañía Flixbus. Fue un trayecto
de 3:10 horas y 7,90 euros. Había enchufes, los asientos eran cómodos y el
viaje no se nos hizo demasiado largo, a pesar de que anocheció durante el
camino y no pudimos disfrutar de los paisajes.
El autobús nos dejó en la
estación central de Cracovia, desde la que en un paseo de 10 minutos llegamos
al centro de la ciudad, donde nos alojábamos. Nuestro apartamento nos encantó. Estaba muy bien situado y era realmente
bonito. La única pega, que nos pasaría factura más adelante, es que no podíamos
dejar las maletas a la salida, ya que no había recepción, sino que nos daban un
código que se inactivaba cuando llegaba la hora del check out.
Plaza Rynek
Una vez nos acomodamos y aseamos
un poco, decidimos hacer nuestra primera incursión por la ciudad, y disfrutar
de la maravillosa plaza Rynek (la
plaza del mercado) y su ambiente nocturno. Músicos, luces, coches de caballos…
Por fin estábamos en Cracovia.
Cenamos en un restaurante de
comida tradicional los enésimos pierogys (están demasiado buenos como para
cambiar) y, tras dar un pequeño paseo, nos fuimos a descansar.
Primer día en Cracovia: las luces y las sombras
del ser humano
Campos de concentración de Auschwitz-Birkenau
Campo de concentración de Auschwitz-Birkenau
Nuestro primer día en Cracovia
teníamos programada una visita que consideramos imprescindible, aunque sabíamos
que iba a ser muy dura: los campos de
concentración de Auschwitz-Birkenau.
En general preferimos visitar
todo por libre, dado que nos proporciona flexibilidad e ir a nuestro ritmo,
pero en esta ocasión decidimos contratar una excursión. Lo hicimos así por varios motivos: queríamos que la
visita fuera guiada (nos parece un lugar que se aprovecha más si conoces
realmente su historia), y en esas fechas no había visitas en español, además de
que, dado que sólo teníamos dos días y queríamos ir también a las minas de sal
de Wieliczka, era la manera de garantizarnos llegar a tiempo. Nos costó 36€ por
persona, e incluía el autobús desde Cracovia, guía y la comida de ese día.
Nuestro balance de la visita fue algo agridulce. Se trata de un lugar
absolutamente desolador. No quiero dar muchos detalles porque creo que conviene
vivirlo en primera persona, pero creo que es un lugar que deja una huella muy
dolorosa.
Los horrores que allí ocurrieron
(y estoy segura de que hay mucho que aún desconozco) son algo que se escapa a
la comprensión. Cómo el ser humano es capaz de tanta maldad. Recorrer los
barracones de los dos campos de concentración (tuvieron que ir ampliándolos a medida que iban tomando más prisioneros) o visitar las cámaras de gas creo que es algo necesario para ser conscientes de todo lo que pasó y que no caiga
en el olvido. Y esa es la filosofía que mantienen allí, y por lo que se
realizan las visitas.
Auschwitz I
Sin embargo, no fue esto lo único
que nos impactó. La actitud de
muchos de los visitantes, fueran o no de nuestro grupo, nos descolocó. Fotos
posando como una modelo, selfies irrespetuosos, risas… Los guías llamaron la
atención de más de una persona en varias ocasiones. Me parece tremendo, me
quedé sin palabras. Desde mi punto de vista es una visita necesaria, pero hay
que hacerla mentalizado, y desde luego siempre sin faltar el respeto. Visitar
un lugar así como si fuera un parque temático me pone los pelos de punta.
Después de esta experiencia, nos
quedamos con muy mal sabor de boca, aunque afortunadamente el resto del día
teníamos planes que nos permitirían relajarnos un poco.
El autobús nos devolvió al centro
de Cracovia, y dado que teníamos una comida
incluida con la excursión, decidimos ir al restaurante indicado y
disfrutarla. Nos pusieron una sopa y pollo asado que estaban bastante buenos.
El lugar era muy turístico, dado que todas las excursiones lo incluyen, por lo
que no iríamos de no haber sido por esta razón, aunque estuvo bien.
Otras formas de visitar Auschwitz
Como he comentado antes, existe
la posibilidad de visitarlo por libre.
En caso de que prefieras hacerlo sin guía, hay que tener en cuenta que el
horario de acceso es muy restringido. Lo puedes consultar en la web, ya que van
variando.
Para llegar hasta allí, puedes
hacerlo en autobús desde la estación
de autobuses. Hay que coger el que va dirección a Oświęcim, y tarda unas 2
horas. Recomiendo revisar antes los horarios.
Otra
opción es ir en tren hasta Oświęcim,
aunque la parada está a 2 km de Auschwitz, por lo que es una opción más incómoda, siendo la más desaconsejable.
Por
último, puedes acceder en coche de
alquiler, existiendo un parking abierto para el público.
Minas de sal de Wieliczka
Capilla de Santa Kinga
Una de
las visitas que más ilusión me hacían era a las minas de sal de Wieliczka. Se trata de unas minas de más de 700
años, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, formada por kilómetros de
pasadizos excavados en la sal, plagados de estatuas y maravillas.
En este
caso decidimos realizar la visita por
libre. Obligatoriamente son visitas guiadas, y el precio es bastante
elevado (unos 23€), a lo que hay que sumar un suplemento de unos 2€ si se
quieren tomar fotografías. Sin embargo, hay que decir que merece la pena por
conocer esta maravilla.
Otro
detalle que hay que conocer es que las entradas se agotan con mucha facilidad.
Es cierto que nosotros fuimos en Semana Santa, pero reservando con un mes no
quedaban ya visitas guiadas en español y tuvimos que hacerla en inglés. Es, por
tanto, imprescindible reservar las
entradas con bastante tiempo.
Para
llegar hasta allí pensábamos ir en tren
desde la estación central de Cracovia, con un recorrido de aproximadamente 45
minutos dirección Wieliczka Rynek Kopalnia.
Otra
opción es tomar el autobús número 304,
que presenta una frecuencia bastante elevada.
Sin embargo,
decidimos sobre la marcha pedir un Uber, que en 25 minutos nos dejó allí por 9€
entre los tres. Lo hicimos así porque así contábamos con más tiempo para comer,
dado que el horario de los trenes es más limitado.
Minas de Sal de Wielizcka
El
recorrido nos pareció maravilloso, aunque como has podido imaginar dado que se
agotan las entradas, muy turístico. Salas y salas de figuras talladas en la
sal, de diversos colores y, lo más espectacular: sus capillas, sobre la que destaca la dedicada a Sta Kinga, con sus
espectaculares lámparas de cristal. Era ésta la que motivó que me empeñara en
realizar la visita, y sin duda mereció la pena.
Pero no
sólo esto: recorrimos lagos, túneles, nos enseñaron cómo era la vida de los
mineros, nos contaron leyendas… Realmente estar un sitio tan impresionante hizo
que acabáramos el día bastante mejor de lo que lo empezamos.
Una vez
finalizamos, dado que había comenzado a llover, decidimos emplear el mismo
medio de transporte que a la llegada. Tras dar otro paseo por Rynek,
descansamos tras un día lleno de emociones…
Segundo día en Cracovia: recorriendo el centro
medieval, y la desventura de las maletas
Plaza Rynek
Nuestro
segundo día en Cracovia era también el último. Esa misma tarde teníamos el
vuelo de vuelta (habíamos comprado ida a Wroclaw y vuelta desde Cracovia para
ahorrar tiempo), así que teníamos que aprovechar bien para poder conocer una de
las ciudades más fascinantes de Europa.
Para
conocer el centro histórico o Stare
Miasto pensamos que una buena opción era un freetour que nos mostrara lo fundamental y nos contara las
historias que abundan en la ciudad.
Así,
tras pasar el comienzo en la Barbacana,
que es lo único que queda de la antigua muralla de la ciudad, recorrimos la
calle principal hasta llegar de nuevo a la plaza
Rynek.
La
verdad es que es realmente bonita, con la figura de la Basílica de Santa María protagonizando todas las fotos. Y no es
para menos. Nos cuentan la historia de por qué las dos torres presentan
distinta altura, y nos comienzan a conquistar. Y podemos asistir al toque de
trompeta de los cambios de hora, por lo que aprovechan para contarnos también esta
historia.
La Lonja de los Paños es otra maravilla,
en el centro de la plaza, con su pórtico en cuyo interior hay un mercado con
puestos de productos tradicionales, junto a la torre del ayuntamiento.
Universidad
Desde
allí nos dirigimos a la antigua universidad,
por la que han pasado científicos de talla de Copérnico. Visitamos su interior,
en el que hay premios Nóbel o un Óscar.
Continuamos
nuestro camino entre las calles llenas de encanto hasta la Colina Wawel, donde se sitúan el castillo y la Catedral de Wawel.
Esta última llama la atención por los diferentes estilos que presenta, testigo
de reconstrucciones en diversas épocas. En ella se dice que están los huesos
del dragón que protagoniza la
leyenda más famosa de Cracovia. Los incrédulos dicen que son de ballena.
Precisamente
de este dragón existe una estatua que cada cierto tiempo expulsa llamaradas por
la boca, en la puerta de la que fue la cueva en la que se refugió el ladrón de
la leyenda.
Catedral de Wawel
Aquí
termina el recorrido del tour guiado, pero nosotros decidimos continuar hasta
el barrio judío, el Kazimierz. Se trata
de la “zona de moda”, llena de ambiente joven y street art. Sinagogas, lugares
para comer diferente… Este barrio es un imprescindible.
Nosotros
comimos en un bar de comida tradicional y dimos un paseo, visitamos un mercado
de antigüedades… Nos dejamos embrujar por esta zona. Al menos al principio.
Kazimierz
Y digo
esto porque ya os comenté que en Cracovia tuvimos un incidente que condicionó
el resto de nuestro día. No podíamos dejar las maletas en el apartamento, por
lo que decidimos emplear una consigna.
Podíamos haber ido a la estación de trenes, pero nos habían recomendado otra en
un centro comercial, y fue lo que hicimos. Sin embargo, al ser sábado de
Pascua, el centro comercial cerró a las 15:00h, con nuestras maletas dentro. Y
un vuelo a las 20:00h.
Por
tanto, la tarde que pensábamos emplear en visitar el Stare Miasto a nuestro
ritmo fue una sucesión de discusiones, policía (había gente que incluso tenía
el coche en el interior del centro comercial)… Hasta que por fin recuperamos
las dichosas maletas.
Y con
esta sensación de nuevo extraña tomamos el tren dirección al aeropuerto desde
el que volveríamos a Madrid.
Kazimierz
Conclusiones del viaje
Polonia
es un país que no encabezaba mi lista de destinos por conocer, y que reconozco
que me ha sorprendido para (muy) bien. Tiene ciudades realmente preciosas, mucha vida en las calles, una comida
deliciosa y mucha historia.
Salvo
por el incidente de las maletas no vimos ningún problema con el idioma. Nos
apañamos con el inglés perfectamente.
Y nos
dejamos muchos otros lugares por visitar
en este increíble país: Varsovia, Ludz, Poznan, Gdansk, Zakopane, los Montes Tatras…
Eso sin mencionar que en Cracovia como tal sólo pudimos disfrutar finalmente de
medio día, dejando muchas visitas pendientes, tan interesantes como la fábrica
de Schindler, sin ir más lejos. ¡Así que creo que tendré que volver!
Espero
que a ti también te haya sorprendido y te hayan entrado ganas de descubrir este
lugar. Si tienes cualquier duda o idea que aportar, ¡no dudes en dejarme un
comentario!
Julia y yo frente a la Stara Sinagoga
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