Un fin de semana en el valle de Liébana
Aunque yo soy andaluza y Edu
madrileño, no es ningún secreto que somos unos enamorados del norte de España.
Por eso, de vez en cuando aprovechamos algún puente o fin de semana para
conocer un poquito más las maravillas que nos ofrece.
Una de las escapadas que
recordamos con más cariño es la que hicimos al Valle de Liébana, en Cantabria.
Decidimos reservar alojamiento en una posada perdida en medio de la nada, con
vistas las montañas desde la habitación, en vez de en un pueblo. Buscábamos
relajarnos, coger aire hondo, aislamiento, disfrutar de la naturaleza. Y vaya
si lo conseguimos.
El Valle de Liébana es bien
conocido por su riqueza cultural, con monasterios llenos de historia y pueblos
de postal, pero también por su valor paisajístico y la posibilidad de perderse
por sus senderos. Todo eso sin hablar de que, como en todo el norte, se come de
escándalo.
Te voy a dejar un mapa con los
lugares que visitamos y otros puntos de interés por la zona:
La llegada
El primer día fue íntegramente de
desplazamiento, ya que no pudimos salir hasta la tarde. Como es habitual en mis
viajes y escapadas, diluvió. La verdad es que estábamos algo preocupados por si
íbamos a poder disfrutar del fin de semana y de todos los planes que teníamos
en mente…
Llegamos a la posada y subimos a
la habitación, donde la noche no nos permitía disfrutar de las vistas. Tocaba
esperar.
Decidimos ir a cenar a un
restaurante cercano de comida típica de la zona, donde nos pusimos las botas a
un buen precio. Especialmente recuerdo los quesos…
Fuente Dé y Ruta de los Puertos de Áliva
Vistas desde el Mirador del Cable
El día amaneció con una densa
niebla, pero al menos la previsión no era de lluvia. Nuestra idea era subir al teleférico
de Fuente Dé, en los Picos de Europa, y disfrutar de las vistas del valle,
pero nos preocupaba que no fuera a ser posible. Sin embargo, el posadero nos
dijo que tuviéramos paciencia, que se despejaría. Lo dijo de esa manera en la
que hablan las personas que conocen bien una zona y su clima, así que decidimos
creerle.
Cogimos el coche, y nos dirigimos
al teleférico. Tal y como él dijo, a medida que nos fuimos acercando la niebla
se fue despejando, y una cámara que enseña las vistas a tiempo real desde
arriba, situada en el edificio donde están las taquillas, nos demostró que
nuestro posadero estaba en lo cierto. Compramos los tickets por 11€ cada uno,
solo de ida, y nos dispusimos a disfrutar del viaje.
Mirador del Cable
Una vez arriba, se llega al mirador
del Cable, con unas vistas realmente impresionantes, con todo el valle a
nuestros pies, rodeados de montañas verdes y, a la derecha, los Picos de
Europa, imponentes. Hay una cafetería, pero nosotros no nos detuvimos allí.
Queríamos comenzar a caminar.
Existen varias opciones de rutas
de senderismo que comienzan allí. Las principales son la Ruta de los
Horcajos Rojos, de alta montaña y bastante exigente, y la que nos devolvía a la
base del teleférico, la de los Puertos de Áliva, que es la que escogimos
nosotros.
Chalet Real
La Ruta de los Puertos de
Áliva nos ofrece unos paisajes, inicialmente y alta montaña y
posteriormente de media, realmente espectaculares. Se trata de una ruta lineal,
de 14,5 Km y 995 m de desnivel (todo el rato en descenso), que nos lleva a
través de los prados de los Macizos Central y Oriental de los Picos de Europa,
conocidos como los Puertos de Áliva. Es fácil técnicamente y está muy bien
señalizada.
Comienza por un terreno de rocas
calizas, con vistas increíbles de las montañas en todo momento, y una mínima
subida hasta la Horcadina de Covarrobles (1925m). Es aquí donde comienza
la ruta de los Horcajos Rojos. Desde allí, comienza la bajada. Uno de los
puntos de interés más curiosos es el llamado Chalet Real, donde Alfonso
XIII descansaba cuando iba de caza. Se continúa el camino hasta que se llega al
Refugio de Áliva, donde nosotros decidimos tomar algo fresco mientras
disfrutábamos del paisaje y la libertad que sentíamos por estar allí.
Refugio de Áliva
Seguimos caminando entre prados
cada vez más verdes, poblados por vacas y caballos. Realmente parece que el
paisaje es una postal.
Pony en los Puertos de Áliva
Puertos de Áliva
Así, llegamos hasta las Portillas
del Boquejón, y poco después llegamos a un desvío. Podemos seguir
hacia los Invernales de Igüedri, y de ahí hasta Espinama, para después caminar
por carretera más de 2,5Km hasta la base del teleférico, donde hemos aparcado,
o bien tomar un desvío a la derecha, que realmente es una pista que han
adaptado en los últimos años que nos lleva hasta él directamente, a través de
un precioso bosque de hayas y robles. Ni qué decir tiene qué camino
escogimos nosotros.
Nueva ruta de descenso a Fuente Dé
Pasamos de estar en un paisaje
marciano, a unas postales más idílicas imposible, y de ahí a un bosque mágico,
lleno de musgo. Una última panorámica espectacular de los Picos de Europa nos
dejó justo donde habíamos empezado. Eso sí, ¡bastante más cansados! Comimos en Espinama, y
continuamos nuestro recorrido.
Mogrovejo, el pueblo de Heidi
Mogrovejo
Nuestra siguiente parada es uno
de los pueblos más bonitos de Cantabria, Mogrovejo, que dio su salto a la fama
tras aparecer en una de las películas de Heidi.
Sin embargo, al llegar enseguida
uno olvida a Heidi y queda absorto en su belleza. La imagen de la torre
señorial que sobresale entre sus tejados, con las montañas de fondo, tiene
gran parte de culpa.
Mogrovejo
Se trata de una de las aldeas
tradicionales cántabras más encantadoras. Nosotros nos dedicamos a pasear
entre sus calles, asomándonos a cada rincón, y disfrutar de un rato su
tranquilidad. Nos gustó tanto que no nos resistimos a tomarnos un café en su
plaza y alargar algo más nuestra visita.
Desde allí salen varias rutas
senderistas, pero nosotros ya habíamos tenido nuestra dosis del día.
Monasterio de Santo Toribio de Liébana
Monasterio de Santo Toribio de Liébana
De nuevo cogimos el coche y
tomamos una carretera que serpenteaba hasta alcanzar el Monasterio de Santo
Toribio de Liébana.
Se trata de un lugar con gran
valor espiritual para los más religiosos, ya que en su interior se encuentran
el Lignum Crocis, el fragmento más grande que se conserva de la cruz de
Jesucristo.
Una de sus puertas, la del
Perdón, se abre solo cada Año Jubilar Lebaniego. Y es, además, la meta del Camino
Lebaniego, una ruta de peregrinación de tres días de duración que conduce
desde San Vicente de la Barquera hasta el monasterio, a través de las montañas
cántabras.
Claustro del monasterio
Entramos y disfrutamos del
frescor del claustro, del rumor del agua y el olor de las flores, y
decidimos volver a descansar a nuestra posada, cerca de allí.
La verdad es que había sido un
día agotador, por lo que un pequeño descanso nos vendría bien. Al llegar a
nuestra habitación, nos encantó descubrir que las montañas lucían más bonitas
que nunca desde el balcón.
Las fiestas de Potes
Vistass de Potes desde uno de sus puentes
Habíamos pensado dar un pequeño
paseo por Potes, la “capital” del valle, y cenar allí. Lo que no contábamos es
con que eran las fiestas del pueblo y estaría hasta arriba de gente, lo que
limitó nuestras opciones.
Potes es el corazón de
Liébana, y se encuentra en un lugar privilegiado, en el centro de la comarca,
en el lugar de unión entre los ríos Deva y Quiviesa.
Torre del Infantado
Su edificio más emblemático es la
Torre del Infantado, antigua cárcel que actualmente ejerce de
ayuntamiento. Desde arriba se tiene una de las mejores panorámicas del pueblo,
que no pudimos disfrutar porque era bastante tarde durante nuestra visita y
estaba cerrado.
Además, existen muchos caserones
con sus torres, y varios puentes que cruzan los ríos, destacando el de
San Cayetano y el de la Cárcel, lo que hace que perderse entre sus calles
empedradas sea una aventura y un viaje en el tiempo, debido a su buen
estado de restauración.
Vimos muchas personas disfrutando
del buen tiempo con una cerveza fresquita junto a uno de los puentes, y nos
decidimos a hacer lo mismo.
Paseando por Potes
Sin embargo, tuvimos menos suerte
al elegir el lugar de la cena, ya que, como comentamos, debido a las fiestas
los restaurantes estaban bastante llenos.
Paseamos después por la zona de
los puestos, disfrutando el ambiente festivo y, después de un día más que
agotador, pero bien aprovechado, nos fuimos a dormir.
De castaños y quesos
Teníamos varias ideas de cosas
que hacer esa mañana, pero decidimos consultar a los dueños de la posada donde
nos alojábamos qué nos sugerían. Los lugareños siempre conocen los mejores
planes y lugares que visitar, mucho mejor que cualquier blog o guía de viajes.
Nos propusieron visitar Pendes,
un pequeño pueblecito en las montañas, y su quesería, donde seguro que el
quesero estaría dispuesto a mostrarnos su establecimiento y nos daría buena
conversación. Además, nos sugirieron realizar un corto paseo desde los Castaños
Milenarios hasta el Mirador del Corral de los Moros. Por último, nos dijeron
que no podíamos perdernos el chuletón y las vistas de Cahecho.
Alrededores de Pendes
Ya con un plan bien estructurado,
cogimos el coche, dispuestos a disfrutar de nuestras últimas horas en el Valle.
En primer lugar, nos dirigimos
hacia la aldea de Pendes, donde encontramos una minúscula población en
la que, efectivamente, había una quesería. Le mostramos nuestro interés
al dueño sobre el proceso de elaboración del queso, y nos dio una explicación
detallada, además de mostrarnos el interior de la quesería, y darnos a probar
todos los tipos que producía. Todo esto, sin pedir nada a cambio, aunque
nosotros no fuimos capaces de resistirnos y nos llevamos varias de las delicias
que vende en su establecimiento (por si nadie lo sabe, me declaro adicta al
queso). Es increíble lo amable que puede llegar a ser la gente cuando te
interesas por algo que le apasiona.
Castaños Milenarios de Pendes
Muy cerca de allí, se encuentran
los Castaños Milenarios. Debe ser un espectáculo disfrutarlos con su
coloración de otoño, pero en el momento de nuestra visita (comienzos de
septiembre), aún era demasiado pronto.
Fue el punto de comienzo de un
corto paseo (eso sí, en subida), hasta el Castro de La Encina, conocido como Corral
de los Moros. Se trata de un antiguo punto defensivo, del que sólo quedan
las ruinas, y desde el que se puede disfrutar de unas vistas impresionantes del
Desfiladero de la Hermida y la Peña Ventosa, mientras nos sobrevuelan rapaces.
Además, al ser un lugar mucho menos conocido que los que visitamos el día
anterior, estábamos completamente solos. Nos sentimos privilegiados por poder
estar en un lugar así. Sinceramente, nos sorprendió mucho.
Vistas desde el Corral de los Moros
Aún era pronto para comer, así
que decidimos hacer una parada en una bonita iglesia románica situada justo al
comienzo del Desfiladero de la Hermida, Santa María de Lebeña,
que presenta como curiosidad una torre independiente del resto del edificio,
que en realidad se añadió bastantes años después. Disfruté mucho de la visita
guiada, que me pareció muy interesante, y que recomiendo.
Santa María de Lebeña
Ya sí, decidimos subir hasta
Cahecho, donde nos dirigimos hacia uno de los mejores miradores del Valle de
Liébana: el “Mirador de los Picos de Europa”. Desde allí se observan, además,
la Cordillera Cantábrica y la Peña Sagra.
Mirador de Liébana
Y sí, hicimos caso a nuestros
amables posaderos y nos tomamos un chuletón en el pueblo que no vamos a
olvidar, como colofón a una escapada que nos había dado mucho más de lo que le habíamos
pedido inicialmente.
La tarde fue de carretera y de
regreso a casa, aunque los buenos momentos que habíamos vivido ese fin de
semana, volvían con nosotros.
Espero que te haya gustado compartir esta escapada con nosotros. Si quieres hacer algún comentario o preguntarme algo, ¡no dudes en escribirme!
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