Día 7. Recorriendo paisajes de otro planeta por Death Valley
Zabriskie Point
Después de haber pasado la noche en Las Vegas y haber estado
en el Gran Cañón, uno puede llegar a pensar que nada puede ya sorprenderle.
Nada más lejos de la realidad. El día que comienzo a relataros fue aquel en el
que recorrimos los paisajes más alucinantes, tuvimos una de las experiencias
más emocionantes y sufrimos el mayor contratiempo del viaje. Si quieres saber
más, sigue leyendo…
Algunos datos sobre Death Valley
Death Valley es la parte más conocida del desierto de Mojave, y constituye un
Parque Nacional por sí mismo (esto quiere decir que recibe una protección
especial y que hay que pagar entrada), siendo de hecho el de mayor tamaño fuera
de Alaska. Consta de más de 1000 millas de carreteras con vistas escénicas que
no podrás olvidar.
Y, ¿por qué se llama
Valle de la Muerte? Se dice que una caravana de pioneros se perdió allí en
el invierno de 1849 y, tras pasar verdaderas calamidades, uno de ellos murió.
Afortunadamente, los demás pudieron ser rescatados por un grupo de exploradores.
Se dice que uno de los pioneros, cuando subieron una de las montañas para salir
del valle, volvió la vista atrás y dijo: “Adiós, Valle de la Muerte”.
Historias aparte, uno podría llegar a pensar que se trata de
un paisaje monótono y aburrido, pero
es todo lo contrario. Consta de montañas de colores, inmensas dunas de arena,
cañones, mares de sal o de rocas…
Además, en él se han registrado las mayores temperaturas de América del Norte (57ºC), dado que en
Badwater Basin se encuentra el punto de menor altitud (82 metros por debajo del
mar). Esto último es algo a tener en cuenta a la hora de planificar la visita,
dado que la mayor parte de los roadtrips por la Costa Oeste de EEUU son en los
meses de verano, en los que es fácil que se superen los 40 ºC, por lo que se
recomienda no alejarse del vehículo más de 5 minutos y llevar abundante agua. En
nuestro caso fuimos en diciembre, por lo que las temperaturas eran mucho más
suaves. Es la época en la que se pueden realizar trekkings y recorrer los
cañones del valle.
Badwater Basin
Además, sólo hay una o dos gasolineras en los centros de visitantes, por lo que conviene ir
siempre con el depósito lleno. Cuando leas nuestra experiencia lo tendrás aún
más claro.
Para llegar desde Las
Vegas lo más cómodo es entrar por Death Valley Junction hacia Furnace
Creek. Una vez allí, lo más habitual es hacer un recorrido más o menos circular
hacia el suroeste, para llegar a los puntos más conocidos. Después, hay dos
opciones, continuar hacia el norte y recorrer el valle para salir por el oeste
(lo que hicimos nosotros, que íbamos hacia Three Rivers, nuestro punto de
entrada hacia Secuoia National Park), o dar media vuelta y volver a Las Vegas.
Esto es en función del tiempo y el planning de cada uno.
Plano oficial de Death Valley
Recorriendo Death Valley
Tras hacernos algunas fotos en el famoso cartel, salimos de
Las Vegas hacia el norte, y tomamos la carretera más recta que habíamos visto
en nuestra vida, rodeada de desierto a ambos lados. Plantas rodadoras, algún
Joshua Tree… Sólo faltaban calaveras de vacas y algún pistolero para estar en
una película del lejano oeste.
Llegamos hasta la entrada, unos kilómetros tras pasar Death
Valley Junction, y nos dimos cuenta de que, a diferencia de lo que vimos en
otros Parques, no había nadie vigilando que nos pidiera el pase. Había
amontonados algunos folletos con planos y consejos, y la gente depositaba el
dinero en una especie de buzón.
Zabriskie Point
El paisaje pronto comenzó a cambiar. Montañas a los lados en
tonos rojizos y amarillos, y la nada. Realmente habíamos llegado a Death
Valley. Si te soy sincera, no tenía muchas expectativas sobre este día. Decidí
incluirlo porque a Edu le hacía ilusión conducir por allí, y menos mal.
Pronto llegamos al primer punto de interés, Zabriskie Point. Se trata de un mirador
donde se observa el valle, y junto a él unas montañas onduladas amarillas y
negras con unas formas que hipnotizan. Hicimos miles de fotos y seguimos
nuestro camino, ansiosos por ver qué encontraríamos a continuación.
Desde allí alcanzamos Devil’s
Golf Course, una explanada inmensa repleta de rocas de aspecto negruzco,
por las que es bastante difícil caminar, que nos regala una de las imágenes más
reconocibles del valle. La verdad es que es un lugar que se presta a todo tipo
de fotos haciendo el tonto, o bien a contemplar la inmensidad del paisaje a
nuestro alrededor.
Devil's Golf Course
Creo que es difícil mostrarlo en una foto o describirlo con
palabras, pero Death Valley es así: INMENSO. Nos parecía que estábamos en otro
mundo. Aunque lo “fácil” es contarte los puntos más conocidos y en los que seguro
que querrás parar el coche, tengo que decirte que en este lugar se debió
inventar la frase que dice “lo importante es el camino”. Hazte un favor y
déjate llevar por la impresionante creación de la naturaleza que tienes a tu
alrededor.
Dicho esto, seguiremos nuestro recorrido. Ahora sí, llegamos
a Badwater Basin, un mar de sal que
desde lejos parece pequeño, pero por el que nos animamos a pasear y lo tuvimos
que dejar cuando llevábamos menos de la mitad, dado que no se veía el fin.
Recomiendo no quedarse en la “orilla”, ya que en esa zona es menos espesa la
capa de sal y probablemente tendrá pisadas de los visitantes previos. Avanzando
un poquito se llega a la zona más salvaje e impresionante.
Badwater Basin
El camino de vuelta hacia Furnace Creek lo hicimos por una
de las carreteras más espectaculares del Parque, la Artist’s Drive, que es de sentido único. Es un verdadero placer ir
recorriendo sus curvas y descubriendo nuevos colores en las montañas. Eso,
hasta que se llega al punto más importante: la roca llamada Artist’s Palette, que como puedes
imaginar es la que tiene una mayor gama sobre su superficie. Es realmente
difícil reflejarla tal cual es en las fotos, aunque lo intenté lo mejor que
pude.
Artist's Palette
Llegó la hora de comer y cometimos un error de novatos: no
llevábamos comida. Contábamos con comer en alguna cafetería o similar en alguno
de los centros de visitantes. Sin embargo, sólo había un restaurante (cerrado)
y un resort vacacional con palmeras en medio del desierto, al que nos
dirigimos. Había un menú bastante poco variado y con precios elevados.
Finalmente, tomamos un plato de macarrones y decidimos que no íbamos a volver a
ir a un Parque Nacional sin nuestros propios alimentos (lección aprendida).
Seguimos nuestro camino y llegamos a las Mesquite Flat Sand Dunes. Nos
recordaron a las dunas que ya habíamos visto en el Desierto de Mojave en
nuestro primer día de roadtrip, aunque estas eran de mayor tamaño (como todo en
Death Valley). No nos detuvimos mucho aquí. A estas alturas, empezábamos a
preocuparnos, ya que anochecía siempre muy temprano (en torno a las 16:30h), y
no queríamos que oscureciera aún en el valle.
Mesquite Flat Sand Dunes
Tengo que decir que yo estaba obsesionada con que quería ver
coyotes. Me encantan los animales, y verlos en libertad es un sueño para mí (el
día que haga un safari me sincopo). Sabía que había coyotes en esa zona, y
además una amiga de Edu había estado allí antes y había visto uno. ¡No podía
perdérmelos! Sin embargo, no parecía que estuviera teniendo mucha suerte…
Pero el destino es caprichoso y, justo antes de la salida
del Parque, vi que Edu paraba el coche a un lado. Miré en la misma dirección
que él y vi dos coches más parados. ¿Qué habría?
Efectivamente, se habían acercado tres preciosos coyotes a curiosear. Voy a hacer un inciso para
decir que los coyotes se acercan porque la gente les ofrece comida, y esto es
algo que está prohibido y además lo dicen en todo momento en los Parques
Nacionales. Alimentar a estos animales los pone en peligro, tanto porque se
acercan a las carreteras y pueden ser atropellados, como porque dejan de
buscarse alimento ellos mismos.
Coyote en Death Valley
En este caso, nadie les dio de comer, sólo disfrutamos de su
presencia y les hicimos fotos. Tras unos minutos, los otros dos coches se
retiraron y nos quedamos los coyotes y nosotros. Solos. Mientras atardecía en Death Valley y las montañas
iban tomando colores anaranjados. Y ellos se acercaban y posaban para mí. Fue
un momento realmente mágico. Reconozco que se me escapó alguna lagrimilla. Y
que nunca voy a poder olvidarlo. De aquí procede mi fotografía favorita del
viaje.
Atardecer en Death Valley
Odisea en Death Valley. ¿Logramos escapar?
Volvimos a la realidad y nos dimos cuenta de que,
efectivamente, atardecía en Death Valley, y las sombras se alargaban por el
valle, dejando menos iluminación a cada minuto, así que retomamos nuestro camino
dirección a la autopista. O eso creíamos, porque cuando hacía más de media hora
que habíamos abandonado el Parque, tras recorrer kilómetros y kilómetros de
carreteras secundarias guiados por Google Maps, llegamos a un punto en el que cruzaba una vía de tren. Hasta aquí,
todo normal.
Llegó un tren justo en ese momento. Y se quedó allí parado.
Esperamos cinco minutos, diez. Algo no iba bien. Edu se acercó a preguntar y
nuestras peores sospechas se confirmaron: el
tren se había averiado justo allí, así que sólo nos quedaba dar media
vuelta e intentar cruzar la vía por otro lado. Eso, ya de noche en medio del
desierto. Y con el depósito de gasolina cada vez más vacío.
Artist's Drive
La ruta alternativa que nos propuso en ese momento el GPS
era un camino no apto para coches que cruzaba un maizal, de esos en los que en las películas ocurren asesinatos.
Necesitábamos más opciones. Otro maizal. Ésta tampoco vale.
Mientras, buscaba desesperadamente una gasolinera con el móvil. Parecía que había una en un pueblo unos
kilómetros más adelante. Cuando llegamos, el pueblo parecía fantasma… Y desde
luego, ni rastro de gasolinera ni nada que se le pareciera. Sólo veíamos
pequeños animalillos que se nos cruzaban en la carretera.
Finalmente, cuando ya estábamos en reserva, conseguimos
llegar a una población de mayor tamaño en la que sí había gasolineras, e incluso
pudimos comprar unos sándwiches para cenar. Desde allí fue fácil alcanzar la
autopista y, dos horas y media más tarde de lo planeado, llegamos a nuestro alojamiento en Three Rivers. Las historias sobre
árboles gigantes y paisajes nevados ya forman parte del siguiente capítulo…
Espero que te
hayan gustado nuestras peripecias recorriendo el Valle de la Muerte. Si quieres
saber más sobre nuestro viaje por la Costa Oeste de EEUU, puedes pinchar aquí.
Coyotes en Death Valley
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