Nuestro viaje a Tenerife en 10 días
Puede parecer extraño que no conociera las Islas Canarias habiendo estado en países tan lejanos. Parece que lo que tenemos cerca “lo podemos ver en cualquier momento”, y lo vamos dejando a un lado… Sin embargo, si algo nos ha enseñado este año tan atípico es que tenemos auténticas maravillas aún por descubrir.
Un viaje atípico
En nuestro caso, la razón por la
que decidimos dedicar nuestras vacaciones a recorrer Tenerife es simple:
habíamos decidido que, este año en el que no podíamos viajar al extranjero,
íbamos a cumplir un sueño que llevábamos arrastrando también demasiado tiempo:
aprender a bucear. La fama de los fondos canarios y el hecho de no conocer aún
las islas fue lo que nos decidió del todo. Puedes leer toda nuestra experiencia
realizando el curso de buceo Open Water Diver en este otro post.
Esto hace que nuestro viaje a
Tenerife fuera diferente a otros que hemos hecho, o al recorrido que se suele
hacer, ya que dedicamos cuatro días íntegramente al buceo y por las tardes nos
relajábamos en las playas cercanas a nuestro alojamiento. Así que, si has
llegado hasta este post buscando un itinerario para llenar 10 días de tu viaje
a Tenerife, siento decirte que no es el adecuado. Sin embargo, sí lo es si lo
que buscas son experiencias increíbles que vivir en la isla, visitando algunos
de sus principales puntos de interés.
Ahora sí, te cuento nuestra ruta:
- Día 1. Llegada a Tenerife.
- Día 2. Los Gigantes – Masca – Garachico
- Días 3-6. Buceo. Playas y charcos de Alcalá y playa de San Juan.
- Día 7. Anaga.
- Día 8. Teide.
- Día 9. El Pris. Puerto de la Cruz.
- Día 10. Vuelta a Madrid.
Datos prácticos
¿Dónde alojarse en Tenerife?
Aunque pueda no parecerlo, Tenerife es una isla bastante grande, y se tarda más de una hora en recorrerla de punta a punta. Por tanto, escoger bien la ubicación del alojamiento en función de lo que se quiera visitar es clave para no perder demasiado tiempo en la carretera.
A grandes rasgos, podría decirse
que se divide en “norte” y “sur”. La zona más frecuentada por el turismo,
especialmente el extranjero, cuyo objetivo son las playas y los grandes resorts
es, sin duda, la sur. Las opciones más habituales suelen estar alrededor
de Los Cristianos o Adeje, y estos son los lugares donde más abundan las
ofertas de actividades turísticas de todo tipo: paseos en barco, bautismos de
buceo, rutas de senderismo… En el sur predomina el buen tiempo, con largos días
soleados.
La zona norte es más
tranquila, más local. Pueblecitos, piscinas naturales (aquí llamadas “charcos”),
y algunas playas de arena negra. El turismo principal es nacional, y los
restaurantes más auténticos. El epicentro es Puerto de la Cruz, una bonita
ciudad que también dispone de todos los servicios, bien comunicada. Su
ubicación bastante céntrica hace que sea una buena base de operaciones. Sin
embargo, la desventaja del norte es la “panza de burro”: el cielo suele estar
nublado (desde el Teide se observará un fantástico mar de nubes a ese nivel).
El mejor clima y las mejores
condiciones del mar nos hicieron decantarnos por el sur para realizar nuestro
curso de buceo. Sin embargo, quisimos escoger una zona lo menos turística
posible, por lo que nos alojamos en un pueblecito al noroeste llamado Alcalá,
cerca del centro de buceo que habíamos elegido. En Alcalá hay varias playas de
arena negra, unos atardeceres increíbles y varios charcos. La verdad es que
estuvimos muy a gusto los días que pasamos allí.
Una vez finalizado nuestro curso,
decidimos movernos hacia el norte. Los últimos días del viaje los pasamos en un
apartamento en una urbanización de Tacoronte llamada Mesa del Mar, desde
donde disfrutábamos del atardecer desde nuestra terraza. Aunque suene idílico
(que lo es), no lo terminamos de recomendar debido a la mala comunicación (las
carreteras para llegar ponen a prueba tus habilidades de conducción) y, sobre
todo, las dificultades para el aparcamiento (en nuestro caso incluso se nos
llevó el coche la grúa y pasamos gran parte del último día de viaje realizando
las gestiones para recuperarlo…). Si volviéramos a elegir, sin duda nos
alojaríamos en Puerto de la Cruz.
¿Cómo moverse por Tenerife?
Carretera de Masca
Sin duda, recomendamos alquilar
coche. En nuestro caso, llegamos al aeropuerto de Tenerife Norte, donde
recogimos el coche que habíamos alquilado. Lo hicimos con TopCar y nos costó
133€ (nosotros tenemos un seguro a todo riesgo anual, por lo que no contratamos
el seguro de la compañía). Eso sí, yo sería generosa con la potencia del motor,
porque las cuestas son para pensárselo y nosotros nos quedamos cortos.
En cualquier caso, hay una
extensa red de autobuses (guaguas) por toda la isla. Nosotros tuvimos
que utilizarlos para poder recuperar nuestro coche tras la multa, y funcionan
bastante bien, aunque hay que descargarse una aplicación para poder pagar el
billete (Ten+móvil).
Recorrido por Los Gigantes, Masca y Garachico
Avistamiento de cetáceos en los Gigantes
Playa Los Guíos
Habíamos llegado a Tenerife de
noche, por lo que comenzamos el día con muchas ganas de empezar a descubrir la
isla.
Nuestra primera parada estaba muy
cerca de nuestro alojamiento: los acantilados de Los Gigantes, de más de
300 metros de altura, que nos regalan una vista imponente. Desde luego, no
pudimos empezar mejor. Para ello, llegamos al pueblecito con el mismo nombre,
donde teníamos reservada una actividad. Mientras esperábamos la hora de
comienzo, decidimos ir a desayunar a la playa de los Guíos, donde nos
dimos un baño bajo la atenta mirada de las gigantescas moles de piedra. Fue la
primera playa de arena negra que vimos, y sin duda merece la pena. Nos llamó la
atención que habían marcado recintos con cordeles para controlar las distancias
de seguridad. En cualquier caso, en el momento de nuestra visita, apenas había
nadie.
Calderones en Los Gigantes
La actividad de la que hablaba no
es otra que una excursión en velero para avistar cetáceos. Y es que el
estrecho situado entre la costa oeste de Tenerife y la isla vecina de La Gomera
está ocupada por una población residente de calderones, también llamados ballenas
piloto, así como por varias especies de delfines. En ocasiones otros
cetáceos de mayor tamaño se dejan ver (nos dijeron que esos días se habían
avistado dos rorcuales, pero no tuvimos suerte).
Existen muchas opciones para
realizar esta excursión, tanto desde el pueblo de Los Gigantes como desde el
puerto de Los Cristianos, más al sur, para distintos tipos de viajeros y
distintos bolsillos. Nuestra recomendación es buscar una que sea responsable y
respete las normas de avistamiento para no interferir con los animales. Otra
razón por la que escogimos el velero es que es una opción más tranquila que los
grandes barcos en los que vas sentados en filas de asientos (yo los llamo
“barco-autobús”), y el aforo es mucho más limitado (lo que hace el recorrido
más agradable y más adecuado a la situación de pandemia).
Delfín listado
Disfrutamos muchísimo de esta
experiencia. En primer lugar, nos dirigimos a una zona más alejada de la costa,
donde habitan los calderones, y tuvimos la suerte de ver un grupo grande
de hembras con sus crías, una de las cuales incluso se acercó a curiosear el
barco. Posteriormente pudimos ver también un macho solitario. A continuación,
nos dirigimos hacia los acantilados, donde un grupo grande de delfines
listados nos acompañó un buen rato. Por último, nos dirigimos hacia el
Barranco Seco, una zona preciosa de los acantilados, donde estuvimos haciendo snorkel
y vimos dos guinchos, una especie de águilas pescadoras endémica de las
islas, en peligro de extinción.
Recorriendo la vertiginosa carretera de Masca
Masca
Después de comer, cogimos de nuevo
el coche y nos dirigimos hacia Garachico. Sin embargo, en el último momento
decidimos escoger “la opción larga”, y tomamos el desvío hacia la carretera de
Masca.
¿Por qué hicimos esto? Pues
porque los paisajes de esta carretera bien merecen el esfuerzo y el tiempo
añadido. La carretera va dibujando curvas entre acantilados con vistas
de infarto, y nos ofrece multitud de miradores en los que es imposible no
parar. En algunos, incluso asoma, tímido, el mar.
Finalmente, llegamos al pueblo de
Masca. Es pequeñito, pero encantador. Y su ubicación lo hace aún más
espectacular, con un pináculo verde que se erige orgulloso por detrás.
Desde aquí comienza una ruta de
senderismo muy conocida, que desciende por el barranco de Masca hasta
llegar al nivel del mar, donde se toma un barco que lleva de vuelta a Los
Gigantes. Me hubiera encantado hacer esa excursión, pero, debido a un
desprendimiento, se encuentra cerrado y rehabilitando para las visitas.
Vistas desde la carretera de Masca a Garachico
Seguimos hacia el norte, donde
recogimos a un checo que realizaba autostop y lo dejamos en la parada de
autobús que nos indicó, y seguimos parando en cada mirador.
El plan del día, después de
Garachico, era llegar hasta la Punta de Teno, el punto más al oeste de
la isla, para disfrutar el atardecer desde su faro. Sin embargo, a medida que
nos acercábamos hasta el norte, las nubes empezaron a hacer acto de aparición,
por lo que, finalmente, decidimos suprimir Teno del planning. Pensábamos volver
otro día, aunque nunca llegamos a hacerlo.
Paseando por Garachico
Garachico
El pueblo de Garachico es
conocido como uno de los más bonitos de las Canarias, e incluso de España. No
se puede negar que sea bonito, que lo es, pero no me llegó a conquistar. En
cualquier caso, bien merece una visita.
Antes de llegar al pueblo,
paramos en el Mirador del Emigrante, que nos regala unas vistas
realmente bonitas del pueblo y todo el paisaje costero. Se trata de un homenaje
a todos los canarios que tuvieron que emigrar a las Américas.
Uno de los puntos más conocidos
de Garachico es el Caletón, un conjunto de piscinas naturales
espectacular, situado junto al Castillo de San Miguel, una pequeña torre
defensiva. Si hubiera hecho buen tiempo, nos hubiera encantado disfrutar un
rato del lugar. Además, tiene acceso al mar y hay abundancia de vida marina,
por lo que se puede hacer snorkel por la zona.
Caletón de Garachico
También merece mucho la pena
callejear por el centro histórico, pasando por el Parque de Puerta de la
Tierra, para llegar hasta la Plaza de La Libertad, junto al Palacio de los
Condes de la Gomera. Hay un kiosko en el centro de la plaza que realmente es un
bar, y aprovechamos para probar el queso asado, típico de las islas, y que una
amante de los quesos como yo no podía dejar pasar, mientras disfrutábamos de un
concierto que se celebraba en el interior del palacio.
Playas y charcos al oeste de Tenerife
Playa de Alcalá (foto tomada con el móvil)
Como ya he comentado, los
siguientes días nuestra actividad principal fue el buceo. Sin embargo, por las
tardes no dudábamos en explorar la costa que teníamos a nuestro alrededor.
Dado que nuestra base de
operaciones era el pueblo de Alcalá, nos centramos en él. Un corto paseo
hacia el norte nos conduce a sus piscinas naturales, bien preparadas
para el baño (aunque de escasa profundidad).
Junto a ellas, una bonita playa
de arena negra, La Jaquita, que cuenta con varios servicios, nos
permitieron relajarnos un rato (los charcos son preciosos, pero es más cómodo
tumbarse en la arena que en la roca…).
El siguiente día, decidimos
acercarnos hasta la localidad vecina de Playa de San Juan, que cuenta
con una inmensa playa (bastante más frecuentada), a la que posteriormente nos
llevaron a bucear. Esta se aleja de la imagen de playa salvaje a la que nos
estábamos acostumbrando en Tenerife, aunque también tiene su atractivo. Se
encuentra frente al puerto, por lo que nos acompaña la imagen de múltiples
barcos de pequeño tamaño.
Piscina de Alcalá (foto tomada con el móvil)
En otra ocasión nos acercamos a
la playa de Alcalá, junto al puerto. Es una pequeña playa urbana, pero
no por ello menos especial. Y es que es uno de los mejores puntos para hacer
snorkel. De hecho, ¡en los días previos incluso se había visto una tortuga!
Nosotros no tuvimos tanta suerte.
Habrás notado que estas no son las
playas más conocidas de Tenerife, y probablemente las haya más grandes y más
bonitas (he oído hablar del Médano, la Tejita o Las Teresitas, por poner un
ejemplo…). Sin embargo, nuestro objetivo no era hacer un turismo de playas
ni recorrer muchos kilómetros para llegar hasta ellas, sino relajarnos después
de un día intenso de buceo. Quizás, en otra ocasión, nos acerquemos a
conocerlas.
Recorriendo el Parque Rural de Anaga
Quizás, la idea que se te viene a
la cabeza cuando imaginas Tenerife es un paisaje volcánico, o las playas. Sin
embargo, hay zonas de Tenerife verdes, muy verdes, con una vegetación frondosa
y un clima más húmedo. Y la más espectacular es el bosque de laurisilva
que ocupa el Parque Rural de Anaga.
Ruta de miradores por Anaga
Mirador de la Jardina
Decidimos visitar algunos de sus principales
miradores con el coche antes de realizar una ruta de senderismo por la zona.
Así, llegamos hasta el Mirador de la Jardina, donde contemplamos todo el
Valle de la Orotava. En ocasiones, el Teide se asoma entre las nubes, pero no
fue nuestro caso.
Continuamos a través de una
carretera cada vez más vertiginosa y rodeada de un paisaje cada vez más verde y
salvaje, hasta llegar al Mirador de Cruz del Carmen. Este es uno de los
más conocidos, ya que, además, en él comienza la ruta más frecuentada: el Sendero
de los Sentidos. Sin embargo, cuando llegamos, la niebla lo envolvía, y no
fuimos capaces de ver nada. Nosotros teníamos planeado recorrer otro sendero,
por lo que no nos detuvimos mucho.
Mirador sin nombre en Anaga
Llegamos hasta el Mirador del
Pico del Inglés, y la situación fue la misma. Apenas veíamos a un par de
metros, por lo que tampoco pudimos disfrutar de sus vistas.
Sin embargo, a medida que
avanzábamos en nuestro camino, las nubes comenzaban a clarear, y pudimos ver paisajes
espectaculares que nos obligaron a parar el coche más de una vez para
disfrutarlos y tomar fotos. Así que sí, no pudimos ver los miradores
“oficiales”, pero desde luego descubrimos muchos otros que bien merecen la
pena.
Caminando por el Bosque Encantado
Bosque de laurisilva en Anaga
La ruta que escogimos fue la del Bosque
Encantado, cuyo nombre oficial es Sendero de la Reserva del Pijaral. El
hecho de que fuera una zona especialmente protegida, en la que el número de visitantes
está controlado (máximo 45 personas al día), me hizo sospechar que debía ser un
lugar realmente especial.
Así que no dudé en solicitar el
permiso a través de la web,
completamente gratuito. Se puede reservar hasta 90 días antes, y suele llenarse
el cupo con tiempo, especialmente en festivos y fines de semana. De hecho,
aunque yo lo solicité 2 meses antes, no había para el domingo, el día que
quería, pero sí para el viernes. Es importante no recorrer la ruta sin el
permiso por motivos de conservación. Además, si te pillan, la multa es de más
de 600€.
Al hacer la reserva, me enviaron
un mapa con el recorrido (que no tiene mucha pérdida). Comienza en el parking
de La Ensillada. La ruta es circular, de unos 7 Km y unos 490
metros de desnivel.
Mirador Cabeza de Tejo
Desde allí, un estrecho
sendero comienza a adentrarse en el bosque, cada vez más espeso y húmedo.
Llegados a este punto, la niebla le daba un ambiente como místico muy especial.
La intensa humedad, no obstante, hacía que el camino estuviera muy embarrado,
haciendo que, en ocasiones, fuera incluso difícil pasar algunas zonas sin
resbalarse.
La experiencia, a pesar de esto,
fue increíble. Los árboles se encontraban dibujando formas con sus ramas
entrelazadas, y tenían el tronco tapizado de musgo. Disfrutamos de una
tranquilidad absoluta: no nos cruzamos con nadie en todo el recorrido.
Decidimos parar en un claro a
comer, aunque aún era temprano, para alargar algo más nuestra visita.
Finalmente, llegamos hasta el Mirador
Cabeza de Tejo, el final del sendero protegido (la vuelta se hace por una
pista situada fuera de la reserva). Las vistas de las montañas de Anaga, los
acantilados, y el pequeño pueblo de Taganana merecen sin duda la pena.
Camino de vuelta
La pista de vuelta es
llana, y más cómoda que el camino por el que habíamos llegado. Además, el
paisaje que la acompaña es también mágico, rodeada de laurisilva. Encontramos
varias cuevas que nos llaman la atención, aunque no nos detenemos mucho.
Cuando alcanzamos la carretera,
teníamos dos opciones: caminar por ella hasta llegar al parking, o bien tomar
un pequeño sendero que enlaza con el principio de nuestro recorrido. Nosotros
lo tuvimos claro, aunque eso significara acabar con las zapatillas llenas de
barro…
Disfrutando de las playas de Anaga
Playa de Benijo (foto tomada con el móvil)
De nuevo en el coche, y después
de varias paradas en esos miradores “extraoficiales” que nos íbamos cruzando,
llegamos a Taganana, donde decidimos tomarnos un café antes de dirigirnos hacia
sus playas (el día no pudo ser más completo).
En el propio pueblo encontramos
la playa del Roque de las Bodegas, muy bonita, aunque poco solitaria. Un
saliente de tierra permite un paseo adentrándose en el mar.
Junto a ella, más al este, se
encuentra la playa de la Almáciga, más salvaje, al no estar tan cerca de
la pequeña población. Nos resultó imposible aparcar en este punto, realmente
había coches aparcados a los lados de la carretera incluso a bastante
distancia.
Sin embargo, la joya de la corona
es la preciosa playa de Benijo. Para acceder a ella, hay que aparcar
junto a un restaurante y descender por una escalera, ya que se encuentra al
fondo de un acantilado. Esta playa amplísima, a pesar de tener gente, te hace
disfrutar de la naturaleza y la libertad. Y qué decir de los atardeceres… Eso sí, nuestro día estuvo bastante nublado, ¡aunque eso no evitó que nos diéramos un buen baño!
Alcanzando la cima más alta de España: el pico del Teide
Es imposible hablar de Tenerife
sin mencionar el Teide, y no es para menos. Este impresionante volcán,
que destaca casi desde cualquier punto de la isla (cuando las nubes no lo
cubren por completo), tiene en su pico el punto más alto del país, a 3718
metros.
Se encuentra en el interior del Parque
Nacional del Teide, de más de 18000 hectáreas, y es uno de los puntos más
visitados de las islas, debido a sus increíbles paisajes volcánicos y casi
desérticos.
Existen varias formas de
recorrerlo, y nosotros optamos, como siempre, por hacerlo por libre. Para subir
al Teide, se puede o bien realizar una larga y dura ruta de senderismo,
desde Montaña Blanca, de unos 7,5 Km y 940 metros para llegar hasta el Refugio
de Altavista, que, eso sí, tiene que regalar unas vistas inigualables del
Parque, o bien subir en teleférico. La dificultad de la ruta (nunca he
hecho una de esas características) y lo limitado de nuestro tiempo nos hizo
decantarnos por la segunda opción.
Se recomienda comprar las
entradas del teleférico con antelación, sobre todo en temporada alta. El
precio es de 37€ ida y vuelta. En él recorremos en apenas unos minutos todo el
desnivel hasta llegar a La Rambleta, a 3555 metros, donde podremos realizar
varias rutas de senderismo cortas. Se recomienda no permanecer a esa altura más
de 1 hora por el riesgo de sufrir mal de altura.
Pico Viejo del Teide
Las rutas que están
disponibles son tres: la del mirador del Pico Viejo, la del mirador de la
Fortaleza, y el sendero de Telesforo Bravo hasta el Pico del Teide. Nosotros
recorrimos dos. En primer lugar, la del mirador del Pico Viejo, de poco
más de 1 Km ida y vuelta y menos de 100 metros de desnivel. Las vistas del
Parque desde el sendero son espectaculares, y la recompensa final son las
vistas del Pico Viejo del Teide (ya que el que actualmente conocemos como Pico
del Teide es en realidad el nuevo), que nos impresionó por su forma de volcán y
su coloración rojiza.
Una vez finalizado este sendero,
decidimos recorrer la subida al Pico del Teide. Una cosa a tener en
cuenta es que es obligatorio solicitar un permiso previamente, gratuito, ya que
el aforo es limitado. Se puede solicitar aquí.
La distancia total es de 1,5 Km ida y vuelta y el desnivel unos 150 metros. A
diferencia del anterior, puede ser todo un reto para aquellos que padezcan de
vértigo. Impresiona llegar a la altura del borde del cráter del Teide, ver las
fumarolas y oler a azufre. Y es que, efectivamente, el Teide es un volcán. Las
vistas 360º de la isla desde arriba son, como era de esperar, impresionantes.
Vistas durante la subida al Pico del Teide
Para realizar ambas rutas
excedimos el tiempo máximo recomendado (aunque habíamos pedido permiso
previamente), y tengo que decir que notamos el efecto de la altura. Un leve
mareo nos acompañó toda la subida, por lo que no puedo recomendar que se hagan
ambos. Queda a criterio de cada uno.
Una vez abajo y recuperados, tras
comer algo, decidimos recorrer el que, para mí, fue el sendero más bonito del
día: el sendero de Roques de García. Eso sí, decidimos hacerlo en
sentido contrario, lo que fue todo un acierto, ya que el desnivel fue más
gradual y, además, la mayor parte de la gente se concentra al principio, por lo
que estuvimos prácticamente solos todo el tiempo. Son algo menos de 4 Km y unos
150 metros de desnivel. En primer lugar, pudimos disfrutar de una panorámica de
una formación rocosa llamada la Catedral, lugar habitual para escaladores por
lo vertical de sus paredes. Continuamos nuestro recorrido y enseguida tuvimos
frente a nosotros al Teide y su corbata, una de las mejores vistas del mismo.
Seguimos el recorrido circular y terminamos de vuelta al origen en el famoso
punto que aparecía en los billetes con el Teide de fondo y uno de los roques en
primer plano.
Ruta de los Roques de García
Después de todo el día, estábamos
agotados. Nos quedaron cosas por hacer en el Parque: visitar el
observatorio astronómico (es uno de los mejores lugares del mundo donde ver las
estrellas), dormir en el Refugio de Altavista y ver el amanecer desde el Pico
del Teide (una experiencia que nos han recomendado muchas personas y que queda
en nuestra lista de pendientes), y muchos senderos más que sin duda merecerán
la pena. Pero, para una primera visita, consideramos que aprovechamos bien el
día y tuvimos una visión bastante completa.
Último día en Tenerife: El Pris y Puerto de la Cruz
Recorriendo la costa norte de Tenerife
Cuando visito un lugar, me
encanta dejarme aconsejar por los lugareños y no me importa cambiar mis
planes para hacer caso a sus recomendaciones. Por eso, cuando la dueña de
nuestro alojamiento nos aconsejó recorrer el camino de los acantilados desde
nuestro apartamento en Mesa del Mar hasta el pequeño pueblo de pescadores de El
Pris, no lo dudamos.
Este paseo es de apenas 2
Km y unos 80 metros de desnivel, pero es un auténtico regalo para los sentidos.
Y es que a cada paso nos va descubriendo pequeñas calas de aguas cristalinas y
fondos rocosos, ideales para hacer snorkel o simplemente relajarse. Todo esto
acompañado de las vistas a las casas de colores de El Pris, a un lado, y del
Teide emergiendo sobre los acantilados al otro. Y es que el último día se
despejó para que pudiéramos despedirnos de él.
El Pris, como decía, es un
pequeño pueblo de pescadores que ha permanecido ajeno a la influencia del
turismo en Tenerife, lo que hace su visita una experiencia muy auténtica. Redes
de pesca, barcas, gatos… La estampa no podía ser más idílica.
El Pris
Puerto de la Cruz
Nuestra última visita en Tenerife
fue la ciudad de Puerto de la Cruz, que, como dije anteriormente, es el
epicentro del turismo en el norte de la isla. Sin embargo, eso no le resta
encanto, y realmente disfrutamos de nuestro paseo por sus calles y sus playas.
Realmente, no hicimos un
recorrido enfocado a monumentos, aunque sin duda la ciudad lo merece: la Plaza
del Charco, el Castillo de San Felipe o el Lago Martiánez son solo algunos de
los ejemplos de los sitios por ver en ella.
Sin embargo, nosotros no pudimos
resistirnos, y al llegar a la Playa de San Telmo, tan alejada de nuestro
concepto de playa, decidimos pasar la tarde en ella. Y es que se trata de una
explanada rodeada por rocas con escaleras que dan acceso al agua, siendo ideal
para hacer snorkel. Siendo nuestro último día de viaje, quisimos dedicarlo a relajarnos
y disfrutar nuestras últimas horas en la isla…
Puerto de la Cruz (foto tomada con el móvil)
Reflexiones finales
Nosotros disfrutamos enormemente
nuestro viaje a Tenerife, aunque somos conscientes de que dejamos (muchos)
sitios increíbles por ver. Por un lado, dedicar varios días al buceo, y por
otro, que sea un destino cercano al que podemos volver fácilmente, nos hizo plantearnos
el viaje de otra manera, sin importarnos tanto “ver todos los
imprescindibles” sino más bien “disfrutar”.
Tenerife es una isla que tiene
mucho que ofrecer y a la que estamos seguros de que regresaremos, aunque
sea a bucear de nuevo en el centro que nos hizo buceadores, por lo que siempre
será especial para nosotros.
Sin ir más lejos, dejamos para
otras visitas: La Orotava, el Túnel del Viento (un tubo volcánico que se
puede recorrer de forma guiada), sus grandes ciudades: Santa Cruz y La Laguna,
las pirámides de Güimar, la Punta de Teno… Y muchos otros que seguro nos
dejamos en el tintero.
Espero que hayas disfrutado con
nosotros del recorrido por la isla y te pueda ser útil para organizar el tuyo.
Para cualquier duda o sugerencia, como siempre, deja tu comentario.
(Foto cedida por Espíritu de Buceo Dive Center)
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