Nuestra ruta en coche por Nueva Zelanda en 13 días: Isla Norte
En un post anterior te he contado
cómo organicé la luna de miel por Nueva Zelanda y las Islas Cook. En esta
ocasión, quiero contarte la ruta que seguimos por el país de la nube blanca, de
norte a sur.
Te dejo un resumen para que te
puedas orientar:
- Día 0: Llegada a Auckland de madrugada.
- Día 1: Península de Coromandel.
- Día 2: Hobbiton y Rotorua.
- Día 3: Parques geotermales de Rotorua.
- Día 4: Parque Nacional de Tongariro.
- Día 5: Wellington.
- Día 6: Ferry a la Isla Sur y llegada a Kaikoura.
- Día 7: Kaikoura, Parque Nacional de Nelson Lakes, Motueka.
- Día 8: Parque Nacional de Abel Tasman.
- Día 9: Glaciar Franz Josef, Paso de Haast, lago Wanaka.
- Día 10: Queenstown y alrededores.
- Día 11: Milford Sound.
- Día 12: Parque Nacional Aoraki/Mt Cook.
- Día 13. Parque Nacional Aoraki/Mt Cook, lagos Pukaki y Tekapo.
- Día 14: Salida de Christchurch por la mañana.
Como existe el riesgo de que quede
un post demasiado extenso, he decidido separarlo en dos, uno dedicado a la Isla
Norte y otro a la Isla Sur (lo tienes aquí).
Comencemos recorriendo la más
septentrional. Aunque es la sur la que se lleva toda la fama, realmente ésta no
tiene nada que envidiarle… No puedo imaginar una llegada mejor.
Día 1: Península de Coromandel
Cathedral Cove
Tras un vuelo que nos dejó de
madrugada en el aeropuerto de Auckland desde Rarotonga, estábamos agotados.
Dormimos en un hotel cercano, y tras descansar, nos dirigimos a recoger el
coche que nos acompañaría durante toda nuestra estancia en Nueva Zelanda.
Una vez hubimos cargado todas
nuestras pertenencias, ¡comenzamos nuestra ruta! Enseguida comenzamos a
disfrutar del paisaje, protagonizado por colinas verdes plagadas de ovejas y
vacas pastando tranquilamente, salpicadas de pequeñas granjas.
Camino a Cathedral Cove
Nuestra primera parada fue Cathedral
Cove, para lo que llegamos hasta el pequeño pueblo costero de Hahei. Una
vez allí, en vez de aparcar en el parking de la entrada, lo hicimos junto a la
playa. Habíamos leído que era necesario hacerlo en el otro y o bien subir
andando 2 Km por la carretera o bien coger un autobús, pero lo que descubrimos
es que el camino hacia la famosa playa de la cueva se puede comenzar desde la
propia Hahei Beach, así que eso hicimos. Tuvimos un día soleado espectacular,
disfrutando de unas vistas increíbles en todo momento. Hay que decir que
encontramos bastante gente en esta zona, quizás por ser domingo o por el buen
tiempo. Aunque el lugar es bonito, esto le restó cierto encanto. Nosotros
hicimos un picnic en la playa y tomamos el camino de vuelta. En total fueron
unas 3-4 horas.
Vistas desde el camino a Cathedral Cove
De nuevo en el coche, decidimos
tomar la 309 Road, con tramos sin asfaltar, que nos llevó de lleno al
interior de la península. Así, entre granjas cada vez más aisladas con buzones
cada vez más pintorescos, llegamos a nuestra primera parada: el bosque de
kauris de Waiau (Waiau Grove). Las indicaciones de Google Maps no son
exactas, por lo que hay que fiarse de los carteles de la carretera. Los kauris
son un árbol endémico de Nueva Zelanda, cuyo número ha disminuido
drásticamente, inicialmente por la tala indiscriminada y actualmente debido a
una enfermedad. Es por este motivo que están protegidos y que hay estrictas
normas de seguridad para visitarlos, como un sistema de limpieza de zapatos
antes de entrar al bosque. El sendero es de madera, evitando pisar el lugar
donde se asientan las raíces, y nos lleva junto a un riachuelo a distintos
miradores donde podemos disfrutar de los imponentes kauris, que en cierta
manera me recordaron a las secuoyas norteamericanas. En apenas 1 hora hicimos
el recorrido completo. Existen otros bosques de kauris en Coromandel, por lo
que según la ruta que decidas hacer quizás prefieras visitar otro.
Bosque de kauris de Waiau
Apenas a 5 minutos, se encuentran
las Waiau Falls, una bonita cascada, a 50 m de la carretera, donde parar
a hacer una foto. Después del ajetreo en Cathedral Cove, disfrutar de la tranquilidad
y el rumor del agua nos encantó.
Waiau Falls
Desde allí, nos dirigimos hacia
nuestra primera carretera escénica, disfrutando de un espectacular atardecer
sobre el mar y las colinas neozelandeasas. Recuerdo pensar “si esto es el
primer día, qué nos quedará para después…”.
Atardecer en la Coast Scenic Highway
Llegamos a Thames ya de
noche, por lo que no pudimos disfrutar del atardecer desde la terraza de
nuestro alojamiento, encaramado en lo alto de la colina, aunque el desayuno del
día siguiente sí que estuvo amenizado por las vistas al mar. Como se nos había
hecho tarde, sólo quedaba abierto un restaurante tailandés, donde tomamos el
mejor pad thai que he probado hasta la fecha (aclaro que aún no conozco
Tailandia).
Día 2: Hobbiton y Rotorua
Me desperté nerviosa. ¡Éste era
el día! ¡Por fin conocería Hobbiton Movie Set! Y es que, puede que aún
no lo sepas, pero soy una gran fan del Señor de los Anillos, y visitar el lugar
donde se rodaron parte de sus escenas era una visita imprescindible en nuestro
viaje.
Teníamos las entradas reservadas
por la mañana, y tras 1 hora y media de viaje, llegamos a las taquillas. El
paisaje ya en esa zona recuerda a la Comarca. También me recordó a Fairy Glen,
en Escocia.
Hobbiton Movie Set
Nos recogió un autobús, donde
sólo escuchar la banda sonora de la película ya estaba emocionada. Las visitas
sólo se pueden hacer guiadas. La verdad es que es muy interesante, ya que
cuentan muchas curiosidades del rodaje y las excentricidades de Peter Jackson.
Paseamos entre los agujeros
hobbit, cruzamos el puente y llegamos al lago, donde en la taberna The Green
Dragon disfrutamos de una bebida, incluida con la entrada. No quiero desvelar detalles para
no restarle emoción a tu visita, pero nos encantó a los dos. ¡Merece mucho la
pena!
The Green Dragon
Finalizada nuestra visita, de nuevo en el
coche, nos dirigimos a Rotorua, a donde llegamos tras 1 hora de
trayecto. Se trata del epicentro de las visitas relacionadas con la actividad
geotermal en Nueva Zelanda, además de ser la capital de los deportes de
aventura en la isla norte.
Una vez allí, dejamos nuestras
cosas en el alojamiento, y nos dirigimos al centro de la ciudad a explorar.
Encontramos un restaurante italiano de precios algo ajustados y tras una pizza
que nos supo a gloria, fuimos a la orilla del lago Rotorua. Sin embargo,
empezó a llover en ese momento, así que nos tocó esperar a que parara un poco.
Lago Rotorua
Cuando aclaró un poco, llegamos al Parque Kuirau, una amplia extensión
de acceso gratuito que sorprende por su intensa actividad geotermal: pozas de
barro burbujeante, charcas emanando humo, incluso una zona donde poner los pies a remojo en agua templada directa desde el corazón de la tierra… Y el inconfundible olor a huevos
podridos. Pero, lo mejor, es un lago bastante grande cubierto por completo por
una densa humareda blanca, junto al que nos explican la leyenda de la princesa
maorí que da nombre al parque.
Parque Kuirau
Visitamos también el bonito
edificio del ayuntamiento y de nuevo nos acercamos al lago, donde una bandada
de patos nos acompañó.
Ayuntamiento de Rotorua
Pero el día no acababa aquí, ya
que esa noche teníamos otra actividad reservada: una cena-espectáculo maorí
en una la Tamaki Village. Existen otras opciones, pero escogimos ésta
porque leímos que era una de las experiencias más auténticas. La verdad es que
nos gustó mucho, ya que, aunque es obviamente una actividad turística, es una
de las formas que tenemos para acercarnos a la cultura maorí, de la que yo
apenas conocía nada antes del viaje. Disfrutamos de sus bailes y música, una
demostración de algunas de las actividades tradicionales, una haka, y la cena
típica, el hangi. Consiste en cocinar la carne y las verduras bajo tierra,
aprovechando el calor de la tierra. ¡Y la verdad es que estaba buenísimo!
Actuación en Tamaki Maori Village (foto tomada con el móvil)
Día 3: Parques geotermales de Rotorua
Lady Knox
Otro día que prometía ser intenso:
hoy conoceríamos algunos de los principales parques geotermales de Rotorua. Escoger
cuáles es una tarea difícil, ya que las opciones son infinitas, y los precios no
demasiado baratos.
En primer lugar, nos dirigimos a Wai-O-Tapu
Thermal Wonderland, un enorme parque de paisajes con lagos de colores imposibles,
cuyo highlight, la Champagne Pool, ha sido portada de la Lonely Planet y encabeza este post. Existen
tres recorridos circulares, uno a continuación del anterior, aunque lo ideal es
realizar los tres. En nuestro caso, invertimos unas 2 horas y algo, parándonos
a hacer miles de fotos. Además de la zona principal, existen dos zonas accesorias
a las que se accede con la misma entrada: el géiser Lady Knox, cuya erupción se
activa artificialmente todos los días a las 10:15h, y las Mud Pools, en las que
sorprende el borboteo del barro y los pequeños minigéiseres que se originan en
él. Esta visita es imprescindible e impresionante, pero nada solitaria.
Intentamos hacer el recorrido en el sentido contrario para ir más solos, aunque
lo conseguimos sólo en parte.
Imágenes de Wai-O-Tapu
Devil's Bath
A continuación, nos decantamos
por Orakei Korako. A diferencia del anterior, está bastante menos
frecuentado, ya que está más lejos de Rotorua, pero dado que en nuestro caso
esa noche dormiríamos junto al Lago Taupo, nos cogía de paso. Está definido en
la Lonely Planet como el “mejor enclave termal de Nueva Zelanda”. Tras comprar
las entradas en la taquilla, situada junto a un lago, hay que dirigirse al pequeño
muelle, donde una embarcación sin horarios (la baja afluencia hace que el
servicio sea “a demanda”) cruza al otro lado, donde se encuentra el parque en
sí. Las pasarelas de madera nos van llevando por un paisaje de tierra de
colores, pozas burbujeantes, e incluso, si eres afortunado, podrás ver erupcionar
alguno de sus grandes géiseres (estos son naturales y que los veas depende del
azar: no fue nuestro caso). Existen miradores donde observar del paisaje de un
verde intenso interrumpido por el parque geotermal, e incluso la única cueva con
aguas termales del país. Además, apenas coincidimos con dos o tres familias en
nuestra visita, lo que hizo que la disfrutáramos aún más si cabe.
Orakei Korako
Tras disfrutar de un café en la
terraza situada junto al lago que nos supo a gloria, continuamos nuestro camino.
La siguiente parada eran las Huka Falls, una impresionante masa de agua
que impacta no por su altura sino por su volumen. Quisimos verlas en un mirador
“extraoficial” antes de subir al puente que las cruza, pero nos equivocamos y
paramos un poco antes, lo que hizo que realizáramos una pequeña ruta de
senderismo de media hora hasta otro mirador con unas vistas preciosas. A continuación,
llegamos al mirador real, hicimos un par de fotos, y nos dirigimos a las
propias cascadas. Situarse sobre ellas y ser consciente de la fuerza del río
Waikato bajo tus pies es una experiencia difícil de olvidar. Sinceramente,
antes de estar allí no pensaba que me fueran a impresionar de la forma en la
que lo hicieron.
Nuestro mirador "alternativo" de las Huka Falls
Vistas desde la pasarela de Huka Falls
Como os comentaba, existen otras
opciones que se pueden visitar por la zona: el Valle Sagrado de Waimangu (más
frecuentado que Orakei Korako), Hell’s Gate, la subida al Monte Tarawera (sólo
con excursión contratada), los Cráteres de la Luna… Incluiría la excursión a la
Isla Blanca o Whakaari, una isla volcánica situada al norte, pero dado el reciente
y trágico incidente ocurrido allí, actualmente no es posible visitarla. Como
siempre, la seguridad es lo primero.
No nos daba tiempo a realizar más
visitas (nuestro planning siempre es flexible para no andar corriendo de un
lado a otro, y suelo apuntar más lugares que ver si es posible), por lo que nos
dirigimos a Taupo pueblo, ya que necesitábamos realizar un par de
compras antes de la ruta de senderismo del día siguiente. Conseguimos entrar en
una tienda justo antes de que cerraran (eran las 16:45h, ojo al horario
comercial), y cenamos temprano (habíamos comido muy pronto en Wai O Tapu) en el
McDonalds más cool del mundo (o eso pone en una placa en la puerta), ya que tiene
un comedor en el interior de un avión real.
McDonald's de Taupo (foto tomada con el móvil)
Nos alojábamos en un
bed&breakfast cerca de la orilla sur del lago, por lo que aún teníamos
camino por delante, aunque lo hicimos así para estar más cerca del Parque
Nacional del Tongariro al día siguiente. Tengo que decir que la hospitalidad de
los anfitriones, las interesantes conversaciones que tuvimos con ellos y los
mejores desayunos de nuestra vida harán que no podamos olvidarlos nunca. Son de
estas personas que realmente aportan más a tu viaje y a tu vida.
Desayuno en el B&B junto al Lago Taupo (foto tomada con el móvil)
Día 4: Parque Nacional del Tongariro
Antes del viaje, hubiera pensado
que esta sección sería sobre el Tongariro Alpine Crossing, la ruta más popular.
Sin embargo, no ha sido posible. Como ya sabes, visitamos Nueva Zelanda a
finales de octubre, por lo que aún era primavera. Había nevado con intensidad
en la zona los días previos y las fuertes ráfagas de viento hicieron que se
cerraran los accesos al trekking. Antes de saber que lo iban a cerrar,
estuvimos dudando mucho si hacerla o no, precisamente por estos motivos, decidiendo
finalmente sustituirla por alguna otra ruta alternativa.
Tras informarnos y preguntar en
el Centro de Visitantes, nos decantamos por el Tama Lakes Track,
continuación del Taranaki Falls Loop, de 19 Km y unos 450m de desnivel.
Tengo que decir que Edu ya había
estado en la Isla Norte de Nueva Zelanda, ya que vivió durante unos meses en Camberra,
en Australia, y había realizado el Crossing. Al haber recorrido las dos, tiene
una opinión, y considera que, a pesar de la dificultad, el Tongariro Alpine
Crossing ha sido la mejor ruta que ha realizado, y que merece más la pena que
la de Tama Lakes, por lo que ésta la recomendamos como alternativa para
aquellos que por su forma física (el Crossing no es un paseíto por la montaña, ya
que se trata de 19,4 Km con un desnivel de más de 900 m, todos los años se
producen rescates a turistas inexpertos) o por las condiciones climáticas, no
puedan realizarlo.
Vistas al Mt Ruapehu
Dicho esto, te cuento cómo fue la
ruta, que nos encantó. Se comienza en el propio pueblo de Whakapapa Village, en
el Centro de Visitantes, donde se toma el camino hacia las Taranaki Falls.
Enseguida se llega a una explanada que cada vez recuerda más a la Tierra Media
(no en vano Mordor se rodó en el PN del Tongariro), con vistas al cono perfecto
del Mt Ngauruhoe, el volcán que fue el Monte del Destino en la aclamada
trilogía, así como a la montaña más alta de la isla norte, el Mt Ruapehu. A pesar de las previsiones, la mañana se presentó con un sol radiante
que nos hizo tener hasta calor, ya que íbamos equipados con ropa térmica.
Disfrutamos mucho del paisaje y
de la soledad (esta ruta está mucho menos transitada que la más famosa), y
finalmente llegamos a una encrucijada. Había un camino que continuaba hasta un
refugio (es parte de una etapa de la ruta de senderimos de varios día Tongariro
Northern Circuit), otro camino a la izquierda para volver al pueblo por el loop
de las cascadas, y el camino que nos interesaba, el que nos llevaría a los Tama
Lakes.
Lower Tama Lake
La llegada al Lago Tama Inferior
(Lower Tama Lake) es sencilla, y las vistas impresionantes. Nos
relajamos un poco y nos preparamos para lo que venía: para llegar al Lago
Superior había que ascender por la ladera de una montaña, sin un camino
claramente marcado (había unas estacas que indicaban la dirección correcta cada
varios metros), llena de gravilla, y con un cielo cada vez más nublado que
comenzaba a amenazar con tormenta. Reconozco que la subida se me hizo dura,
pero lo hicimos, caminamos un sendero con caída a ambos lados, y llegamos al mirador
del Lago Tama Superior (Upper Tama Lake) cuando justo comenzó a llover.
Inicialmente fue suave, lo que nos permitió disfrutar de nuestro premio y tomar
varias fotos.
Vistas del Lower Tama Lake y el Mt Ruapehu desde la cresta
Upper Tama Lake y Mt Ngauruhoe
La bajada fue más dificultosa
porque el camino era algo resbaladizo, y no respiré tranquila hasta llegar al Lago
Inferior. No nos quedó otra que comer bajo la lluvia, ya que no tenía pinta de
que fuera a amainar pronto, y emprender el camino de regreso. Hay que decir que
en este punto ya habíamos agradecido varias veces el habernos puesto la ropa
térmica, ya que llegamos a estar a bajo 0 y no pasamos nada de frío.
Cuando llegamos a la encrucijada,
tomamos el camino que nos conducía por el lado que no habíamos visto del Taranaki
Falls Loop, llegando a una preciosa cascada que caía desde un precipicio. La
ruta seguía cambiando totalmente de paisaje a través de un bosque que nos protegía
de la lluvia, junto a un riachuelo con pequeñas cascadas, lo que hizo que
pudiéramos disfrutar del camino. Finalmente, llegamos de nuevo al coche, agotados
pero felices. La experiencia había sido alucinante.
Taranaki Falls (foto tomada con el móvil)
La noche la pasaríamos en el
mismo bed&breakfast, tras una tarde en la que nos dedicamos a descansar y a
ver la lluvia caer a través de la ventana.
Día 5: Wellington
Vistas desde Mt Victoria
Nuestro último día en la Isla
Norte nos llevaría hasta la capital del país: Wellington. La verdad es
que nos sorprendió el concepto de ciudad neozelandés, poco parecido al nuestro,
ya que predominan sobre todo los edificios de poca altura, con casas individuales
y muchas zonas verdes. Nos alojamos en un bed&breakfast en la zona de
Miramar, en una preciosa habitación con vistas al océano, lo que nos compensaba
el no ser demasiado céntrico.
Sí está cerca del mejor mirador
de la ciudad: la cima del Mt Victoria, a donde se puede subir en coche,
caminando o en autobús. Las vistas desde arriba son impresionantes, con los
edificios blancos recortados contra las montañas verdes, y el turquesa del mar
al otro lado…
Aun así, tengo que decir que,
después de varios días de maravillas naturales, Wellington no nos conquistó. Eso
sí, es una ciudad bastante animada y con muchas cosas que hacer, pero no terminamos
comprenderla…
Paseamos por el puerto, y nos
dirigimos al Te Papa Museum. Si hay un solo sitio que ver en la ciudad,
es éste. La entrada es gratuita, y consta de exposiciones muy completas, siendo
las más interesantes sobre la cultura maorí, con incluso una canoa y edificaciones
en su interior, y la de naturaleza, dada la biodiversidad de las islas. No
estaban permitidas las fotos en su interior, así que no puedo enseñar cómo era.
¡Vas a tener que descubrirlo allí!
A continuación, caminamos por el
centro de la ciudad, pasando por el Parlamento, hasta que llegamos a la
zona con más ambiente: Cuba Street. Con comercios de todo tipo, un paso
de cebra multicolor, músicos callejeros, restaurantes internacionales…
Realmente es el corazón de Wellington. Cenamos en un restaurante indio, y nos acostamos
temprano. ¡Teníamos el ferry reservado a primera hora para cruzar a la Isla
Sur!
Otros lugares que puedes visitar
en Wellington son el funicular, que lleva hasta el jardín botánico, o The Weta Cave,
estudios cinematográficos que contienen mucho material del Señor de los Anillos
y de otras películas como Las Crónicas de Narnia.
En otro post te contaré nuestras
aventuras por la Isla Sur, y tienes este otro donde te cuento los preparativos
del viaje. Si tienes dudas o quieres aportar algo, ¡deja tu mensaje!
Atardecer en Coromandel
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